Las armas espirituales que propone San Juan Bosco para combatir la peste

En tiempos de la pandemia de Coronavirus es fácil caer presa de la angustia y la desesperación, pero poniendo la mirada y la confianza en Dios y en la Santísima Virgen se superará esta prueba. Varios santos, a lo largo de la historia, han sido testimonio de fe y confianza en momentos de dificultad. Uno de ellos fue San Juan Bosco, quien en 1854 – pocos años antes de que fundara la Congregación Salesiana-, vivió junto con sus hijos espirituales – cerca de cien adolescentes del oratorio de Turín- la epidemia del cólera que por entonces afectó fuertemente a la ciudad italiana. 

Que la práctica de poner el Pesebre en Navidad «nunca se debilite»

El Pesebre forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él. El Pesebre, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura.

La confesión frecuente y una homilía del Santo Cura de Ars sobre la tibieza

La confesión frecuente y una homilía del Santo Cura de Ars sobre la tibieza

El hombre cuando peca se asemeja al enfermo con su enfermedad. Para el sacerdote, ministro del perdón, al igual que el médico, le es imposible recetar la medicina adecuada si el paciente no revela los síntomas de su enfermedad. La confesión habitual de los pecados ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu.

Infancia-Espiritual-y-Santa-Teresita

La Infancia espiritual del cristiano resumida por el P. Royo Marín

La gran enseñanza de la Doctora de la Iglesia, Santa Teresita del Niño Jesús, condensada en las explicaciones del P. Antonio Royo Marín O.P. sobre la «infancia espiritual del cristiano». Infancia que está asociada a la humildad y que consiste en «reconocer la propia nada ante Dios y ante los hombres, en regocijarse de verse pequeño e impotente, para que brille únicamente en nosotros la misericordia de Dios».

El horror al sufrimiento nos imposibilita alcanzar la santidad

El horror al sufrimiento nos imposibilita alcanzar la santidad

Como el oro se limpia y purifica en el crisol, así el alma se embellece y abrillanta con la áspera lima del dolor. Todo pecado, por insignificante que parezca, es un desorden y, por lo mismo, es una deformidad, una verdadera fealdad del alma, ya que la belleza, como es sabido, no es otra cosa que «el esplendor del orden». Por consiguiente, todo aquello que por su misma naturaleza tienda a destruir el pecado o a borrar sus huellas tiene forzosamente que embellecer el alma. He ahí por qué el dolor purifica y hermosea nuestras almas.

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