La lucha, un deber cristiano
¿Cómo podemos ser cristianamente pacíficos sin ser mundanamente pacifistas? En la clase en vivo de hoy hablaremos sobre este asunto.
¿Cómo podemos ser cristianamente pacíficos sin ser mundanamente pacifistas? En la clase en vivo de hoy hablaremos sobre este asunto.
La acedia es la flojera o la pereza en el plano espiritual y religioso. ¿Cómo vencer ese vicio?
(Lucas 9, 28-36) «Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías»
Tradicionalmente, en todo el orbe católico, se ha dedicado el mes de mayo a la Virgen María, debido a que en el Hemisferio Norte inicia la primavera y las flores muestran todo su esplendor, siendo la Madre de Dios la más bella flor del jardín de Dios.
«Las razones por las que el bienaventurado San José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús. De estas fuentes ha manado su dignidad, su santidad, su gloria».
Debemos vencer a los tres enemigos que obstaculizan que como hijos de Dios alcancemos el cielo. Ellos son: el mundo, el demonio y la carne. De aquí proviene la necesidad, para el cristiano, de la mortificación.
Las gracias de la Eucaristía son enormes y numerosas. ¿Realmente las sabemos valorar? ¿Las aprovechamos? ¿Somos conscientes de ellas?
Sin la gracia de Dios no podemos resistir a muchos y poderosos enemigos. Y esta gracia sólo se da a los que rezan; por tanto, sin oración no hay victoria, no hay salvación.
La devoción de los nueve viernes dedicados al Sagrado Corazón de Jesús es una práctica sencilla y hermosa con la que podemos ganarnos el cielo.
«Estoy sufriendo un dolor aun mayor del que estás viendo. Y me dio a conocer por cuales pecados se sometió a la flagelación…» así relata Sor Faustina la visión que tuvo sobre la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, así como también, quienes azotan y castigan su cuerpo con mucha dureza.
(Mateo 12, 46-50) «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
(Mateo 6, 7-15) «Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial».
(Mateo 6, 1-6; 16-18) «Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará»
La reparación surge como el movimiento natural de la consagración al Sagrado Corazón; y además constituye el principio vital que la anima y la consuma. Si la consagración es como el abrazo a Cristo, la reparación es el corazón con el que se abraza.
Un sacerdote propone varias formas de celebrar Mayo, el mes de María, y así manifestar nuestro amor y devoción a la Santísima Virgen María en el mes consagrado a ella.
San Luis María Grignion de Montfort explica en su Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María que la plenitud de nuestra perfección consiste en asemejarnos, vivir unidos y consagrados a Jesucristo.
Estamos en casa, sin poder salir, cumpliendo las directrices de las autoridades sanitarias, colaborando así a detener la pandemia que estamos sufriendo. Pero «habrá Semana Santa», porque los cristianos no podemos dejar de hacer memoria de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros. Por ello, un Obispo propone a sus fieles una guía para vivir la Semana Santa desde sus casas.
Cuando una severa epidemia azotó Milán, San Carlos Borromeo estaba convencido de que aquello era un azote enviado por el Cielo en castigo por los pecados del pueblo, y de que para remediarla era preciso recurrir a medios espirituales: la oración y la penitencia.
En tiempos de la pandemia de Coronavirus es fácil caer presa de la angustia y la desesperación, pero poniendo la mirada y la confianza en Dios y en la Santísima Virgen se superará esta prueba. Varios santos, a lo largo de la historia, han sido testimonio de fe y confianza en momentos de dificultad. Uno de ellos fue San Juan Bosco, quien en 1854 – pocos años antes de que fundara la Congregación Salesiana-, vivió junto con sus hijos espirituales – cerca de cien adolescentes del oratorio de Turín- la epidemia del cólera que por entonces afectó fuertemente a la ciudad italiana.
Para ayudar a los católicos a purificarse en este mundo, la Iglesia concede a sus fieles la gracia de las Indulgencias. La cuaresma, tiempo de conversión y un llamado a incrementar la práctica de la oración, el ayuno y la limosna; es ocasión propicia para ganarse Indulgencia Plenaria.
Esto te permitirá poder pagar más rápido la próxima vez, en el catastro te haremos unas preguntas de seguridad, los datos de tarjeta de crédito no son guardados en este sitio web, sino procesados en un ambiente seguro en Bancard.
Cargando.. aguarde unos segundos..