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(Lucas 8, 19-21) «Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica»
(Lucas 9, 43-45) «Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres»
(Lucas 8, 16-18) «Nada hay oculto que no deba ser manifestado, ni nada secreto que no deba ser conocido y sacado a luz»
(Mateo 20, 1-16) «[...]¿has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos»
(Lucas 8, 4-15) A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios; en cuanto a los demás (se les habla) por parábolas, para que «mirando, no vean; y oyendo, no entiendan»
(Lucas 9, 1-6) «No lleven nada para el camino: ni bastón, ni morral, ni comida, ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen, hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, salgan de ahí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación»
(Mateo 20, 1-16) «El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña».
CONTENIDO EXCLUSIVO PARA MIEMBROS.
(Lucas 8, 1-3) «En el tiempo siguiente anduvo caminando por ciudades y aldeas, predicando y anunciando la Buena Nueva del reino de Dios, y con Él los Doce, y también algunas mujeres, que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades»
(Lucas 7, 36-50) «Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama»
(Mateo 9, 9-13) «No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores»
(Lucas 7, 31-35) «Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’»
(Lucas 9, 23-26) «Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; mas el que pierda su vida a causa de Mí, la salvará [...]»
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