Miércoles de Ceniza
(Mateo 6, 1-6. 16-18) «[…] Mas tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, a fin de que tu ayuno sea visto, no de las gentes, sino de tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará»
(Mateo 6, 1-6. 16-18) «[…] Mas tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, a fin de que tu ayuno sea visto, no de las gentes, sino de tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará»
¿Cómo podemos ser cristianamente pacíficos sin ser mundanamente pacifistas? En la clase en vivo de hoy hablaremos sobre este asunto.
La acedia es la flojera o la pereza en el plano espiritual y religioso. ¿Cómo vencer ese vicio?
San Juan Crisóstomo nos enseña que
existen ciertamente muchos, distintos y diferentes caminos de penitencia, y todos ellos conducen al Cielo. En este articulo citaremos 5 recomendaciones del santo.
La aceptación resignada de las cruces que Dios nos envía es ya un grado muy estimable de amor a la cruz. Más perfecto aún es tomar la iniciativa y salirse al paso del dolor practicando voluntariamente la mortificación cristiana en todas sus formas.
Debemos vencer a los tres enemigos que obstaculizan que como hijos de Dios alcancemos el cielo. Ellos son: el mundo, el demonio y la carne. De aquí proviene la necesidad, para el cristiano, de la mortificación.
Las adversidades son útiles a los justos, necesarias a los pecadores. San Claudio de la Colombiere nos expone la importancia fundamental de la oración y la confianza puesta en Dios.
Cualquier acontecimiento especial requiere un tiempo de preparación acorde a su naturaleza. Y cuanta mayor importancia tenga el acontecimiento, más intensa será la preparación. Por eso, la Cuaresma es un intenso periodo de preparación.
La Pasión de Cristo es suficiente para transformar totalmente nuestra vida. Pues quien desea vivir con perfección, no debe hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz, y desear lo que Cristo deseó. Ningún ejemplo de virtud está ausente de la cruz.
Durante siglos cristianos fervorosos, enamorados realmente de la pasión de Cristo, desean imitarlo y reproducir de algún modo lo que Él había sufrido.
¿Se puede llevar «con gozo» la cruz? ¿No será masoquismo? En la sociedad en que vivimos, se nos enseña a tenerle «horror» a la cruz, a todo lo que huela a sufrimiento, a renuncia. Se hace propaganda de los mejores colchones para dormir plácidamente. De la mejor almohada. De los zapatos más suaves. Vivimos en una sociedad hedonista que busca el placer a cualquier costo. Se le tiene «horror» a la cruz, al sufrimiento, a la renuncia.
«Oración, Ayuno y Misericordia (…) son los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante, y la virtud permanente» nos explica San Pedro Crisólogo, una reflexión propicia para este tiempo de Cuaresma.
La Cuaresma es el momento de renovar nuestra conciencia de la batalla espiritual a la que nos enfrentamos, el Padre Pío, que fue un testigo constante de la realidad del cielo y el infierno, y la necesidad de ver esta vida como un peregrinaje a nuestro hogar celestial, nos recuerdan lo que realmente importa para este tiempo.
Durante la Cuaresma, muchos católicos tienen la costumbre de hacer propósitos penitenciales, pero son pocos los que conocen la naturaleza y la seriedad de estos votos, que son un compromiso asumido libremente delante Dios. ¿Después de todo, es pecado grave incumplir las promesas de Cuaresma?
Con la imposición de la ceniza se inicia el tiempo de Cuaresma, tiempo litúrgico de cuarenta días, durante el cual los católicos se preparan para la mayor de las alegrías del cristiano, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es un tiempo de conversión, donde el morado penitencial adorna las Iglesias del mundo y los cantos penitenciales acompañan los sacrificios y ayunos de los católicos del mundo.
Los santos de ayer y de hoy han enseñado siempre la necesidad de la mortificación para unirse a Cristo. El mismo Cristo practicó la mortificación. ¿Por qué yo no?
Las verdades que Cristo predicó desde lo alto de la montaña continúan siendo válidas para hoy: aparte de la Cruz no existe otra escalera por donde subir al Cielo. La Iglesia Católica siempre ha sostenido que el sacrificio tiene que estar presente en la vida del cristiano, como lo estuvo en la vida de Cristo. El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual.
Los santos nos dicen que no existe santidad sin penitencia. La Santidad es el triunfo de la voluntad, y la penitencia ayuda a ese camino.
¿Que los cristianos han hecho poco caso de los ayunos y penitencias? Muy por el contrario. Eso de menospreciar los ayunos y penitencias es cosa muy de nuestros tiempos. Los primeros cristianos hicieron siempre el esfuerzo de revivir en su existencia cotidiana la Pasión de Cristo como modelo ético permanente. ¿Y tú?
Recogemos algunas de las preguntas más comunes sobre la Cuaresma con las respuestas de San Josemaría Escrivá para comprender mejor el sentido de este periodo litúrgico.