Miércoles de Ceniza

(Mateo 6, 1-6. 16-18) «[…] Mas tú, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, a fin de que tu ayuno sea visto, no de las gentes, sino de tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará»

La-mortificación-olvidada

La olvidada mortificación

La aceptación resignada de las cruces que Dios nos envía es ya un grado muy estimable de amor a la cruz. Más perfecto aún es tomar la iniciativa y salirse al paso del dolor practicando voluntariamente la mortificación cristiana en todas sus formas.

Aguantar o llevar la Cruz

¿Aguantar o llevar la Cruz?

¿Se puede llevar «con gozo» la cruz? ¿No será masoquismo? En la sociedad en que vivimos, se nos enseña a tenerle «horror» a la cruz, a todo lo que huela a sufrimiento, a renuncia. Se hace propaganda de los mejores colchones para dormir plácidamente. De la mejor almohada. De los zapatos más suaves. Vivimos en una sociedad hedonista que busca el placer a cualquier costo. Se le tiene «horror» a la cruz, al sufrimiento, a la renuncia.

La liturgia del Tiempo Cuaresmal

Con la imposición de la ceniza se inicia el tiempo de Cuaresma, tiempo litúrgico de cuarenta días, durante el cual los católicos se preparan para la mayor de las alegrías del cristiano, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es un tiempo de conversión, donde el morado penitencial adorna las Iglesias del mundo y los cantos penitenciales acompañan los sacrificios y ayunos de los católicos del mundo.

La mortificación camino para llegar al cielo

La mortificación, medio eficaz para ir al Cielo

Las verdades que Cristo predicó desde lo alto de la montaña continúan siendo válidas para hoy: aparte de la Cruz no existe otra escalera por donde subir al Cielo. La Iglesia Católica siempre ha sostenido que el sacrificio tiene que estar presente en la vida del cristiano, como lo estuvo en la vida de Cristo. El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual.

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