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¿Qué virtudes podemos imitar de la Virgen María? San Luis de Montfort nos enseña algunas de ellas

La Santísima Virgen María es la mujer de la fe por excelencia. Aunque María fue testigo de la pasión, el sufrimiento y la muerte de Jesús, creyó que Él vencería a la muerte.
¿Qué virtudes podemos imitar de la Virgen María? San Luis de Montfort nos enseña algunas de ellas

San Luis María Grignion de Montfort en su obra espiritual mariana «El Tratado de la Verdadera Devoción», resalta las diez virtudes más importantes de la Santísima Virgen María que estamos llamados a imitar.

Por Abner Chacach

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El numeral 108 del Tratado de San Luis, dice lo siguiente:

«La verdadera devoción a la Santísima Virgen es santa. Es decir, te lleva a evitar el pecado e imitar las virtudes de la Santísima Virgen, y en particular su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su mortificación universal, su pureza divina, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina. Estas son las diez principales virtudes de la santísima Virgen».

Pidamos humildemente a la Santísima Virgen María la gracia de comprender estas diez virtudes que ella practicó siempre en un grado heroico de perfección, pero pidamos también la gracia de poder poner en práctica estas virtudes en nuestro caminar diario.

1. Humildad Profunda

Una persona humilde reconoce que todo el bien que ha hecho, y que puede hacer, es resultado de la Presencia de Dios en su vida. María fue muy humilde al llamarse a sí misma la sierva o la esclava del Señor. Además, en su cántico de alabanza que llamamos Magnificat (Lc 1, 46-55), María afirma que Dios ha mirado con buenos ojos la humildad de su sierva. Pidamos a María un corazón manso y humilde para que, como ella, atribuyamos nuestros éxitos a Dios y nuestros fracasos a nosotros mismos.

2. La fe viva

La fe es una de las tres virtudes teologalesfe, esperanza y caridad. La fe es creer en Dios y en Su Palabra sin ver con nuestros ojos. Jesús reprendió suavemente al dubitativo Tomás con estas palabras: «Dichosos los que creen sin haber visto» (Jn 20, 29). María es la mujer de la fe por excelencia. Aunque María fue testigo de la pasión, el sufrimiento y la muerte de Jesús, creyó que Él vencería a la muerte. Por eso, cuando tengamos la tentación de dudar, acudamos a María, la mujer de la fe, y pidamos su poderosa intercesión.

3. Obediencia ciega

Al dar su consentimiento en la Anunciación «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38), María mostró una admirable actitud de obediencia a la Palabra de Dios y de confianza en su santa voluntad. Cuando tengamos la tentación de rebelarnos y volvernos contra Dios, obedezcamos a Dios, por medio de las oraciones y el ejemplo de María, como María, y como Jesús, que «fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2, 8).

4. Oración continua

No hay mejor ejemplo en el mundo, aparte de Jesús, con respecto a una vida de oración constante que el de la Santísima Virgen María. La Escritura nos dice: «María meditaba estas cosas en su corazón» (Lc 2, 19). Pensaba continuamente en Dios en su mente y amaba a Dios con todo su corazón; mantenía una comunicación constante con la Santísima Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Que la Virgen nos inspire a ser constantes, fervientes y fieles a la oración. En efecto, la oración es la clave de nuestra salvación. Lo que el aire es para los pulmones, la oración es para el alma.

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5. Mortificación universal

María se negó y se sacrificó en todo momento y lugar. Al hacerlo, dio rienda suelta a la acción de Dios en toda su vida. En las apariciones aprobadas de María, tanto en Lourdes como en Fátimaalentó fuertemente la práctica de la oración, pero también la del sacrificio. Al hacer sacrificios estamos imitando a María en el arte de la abnegación. La abnegación nos orienta hacia Dios y nos aleja de nosotros mismos. María siempre estuvo centrada en Dios y nunca en sí misma. ¡Que este sea nuestro estilo de vida!

6. Pureza divina

Una de las virtudes más sublimes que caracteriza a la Santísima Virgen María, es la de su pureza sin mancha; María es conocida como la Inmaculada. En Fátima, Nuestra Señora expresó con tristeza que la mayoría de las almas se pierden en el fuego eterno del infierno debido a los pecados contra la virtud de la santa pureza. María es la Virgen Perpetua. Ella fue virgen antes del nacimiento de Jesús, durante el nacimiento de Jesús y después del nacimiento de Jesús. La verdadera devoción a María puede ayudarnos a mantener nuestra pureza, y si la hemos perdido, a buscar la restauración a través de la Confesión Sacramental. Contemplar la belleza de una imagen, pintura o estatua de la Virgen puede infundir en nosotros nobles aspiraciones de pureza.

7. Amor ardiente

De todas las virtudes que estamos llamados a practicar, la del amor ardiente, a veces llamada caridad, es la más grande de todas. La Virgen practicó el amor en grado sublime y de dos maneras, pues el amor o la caridad tiene dos dimensiones. María, en todo momento y lugar, amó ante todo a Dios. Sin embargo, María expresó concretamente su amor a Dios mediante su ardiente amor al prójimo. En la Anunciación, a través de su Sí incondicional, María mostró su amor total y sin reservas a Dios. Al ir de prisa a visitar a su prima Isabel, María manifestó un gran amor al prójimo. Que podamos decir, a imitación de María y con palabras de San Pablo: «El amor de Cristo nos urge» (2 Cor 5,14). Que aprendamos este doble mandamiento, el amor a Dios y el amor al prójimo, y nos esforcemos por vivirlo a diario. San Juan de la Cruz afirma: «En el ocaso de nuestra existencia, seremos juzgados por el amor».

8. Paciencia heroica

Ninguno de nosotros puede decir que es paciente en todo momento, en todo lugar y en toda circunstancia. A diferencia de María, que manifestó una paciencia extraordinaria. Considera a María en su embarazo, recorriendo el largo camino hasta Belén y luego siendo rechazada: ¡qué gran paciencia! Perder al Niño Jesús cuando tenía doce años durante tres largos días antes de encontrarlo en el Templo: otra manifestación de paciencia heroica. Sobre todo, al acompañar a Jesús en su Pasión hasta su brutal Crucifixión y muerte, María manifestó una paciencia inigualable. Cuando nuestra paciencia sea puesta a prueba, pidamos ayuda a María. ¡Ella nunca nos fallará!

9. Dulzura angelical

Lo contrario de la amabilidad es la grosería. Imagínate la forma y el modo en que María debió de tratar a su prójimo. Una cálida bienvenida, una sonrisa amable, la belleza de sus palabras, cortesía al máximo, un oído atento para escuchar: todo esto son claras manifestaciones de bondad, de bondad angélica. María hizo todo esto con total plenitud. San Francisco de Sales comentaba sobre esta virtud «Uno puede atraer más moscas con una cucharada de miel que con un barril lleno de vinagre». En otras palabras, la bondad atrae a los demás hacia Cristo más que las medidas drásticas y groseras. ¡Que la Virgen nos enseñe lo que significa ser amable y que lo pongamos en práctica!

10. Sabiduría divina

Uno de los títulos sublimes dados a María en sus letanías, es el de Asiento de la Sabiduría. El amor dinámico a Dios y el deseo ardiente de la salvación de las almas inmortales, son características de la verdadera sabiduría. La Virgen tenía un amor ardiente por Dios y un deseo ardiente por la conversión de los pecadores y su salvación eterna. El rey Salomón fue una vez sabio, pero cedió a su debilidad. Imploramos la intercesión de Nuestra Señora Asiento de la Sabiduría para que nos alcance no sólo la sabiduría ahora, sino la perseverancia en esta virtud hasta el final.

Estas son solo algunas de las muchas virtudes que caracterizan a la Virgen María. Es necesario que deseemos ardientemente conocer, amar e imitar a nuestra Santísima Madre María, que nos motivemos con la firme decisión de meditar frecuente y fervientemente estas virtudes, y que luego nos esforcemos por vivirlas todos los días de nuestra vida.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Te invitamos a realizar nuestro Curso de Consagración a la Virgen María.

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