Las almas del purgatorio necesitan oraciones, Misas, Rosarios, sacrificios… Ya que ellas no pueden hacer nada por quitarse tiempo de permanencia en el purgatorio. Somos nosotros, los que aún vivimos en la tierra los que podemos hacer que ese proceso de purificación sea más liviano.
En Macabeos se encuentra una referencia bíblica de la existencia del Purgatorio: 2 Macabeos, 12, 46. Es, pues, «un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean libres de las penas de sus pecados».
(Juan 6, 37-40) «La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día»
(Lucas 12, 54-59) Y eso sucede. Hipócritas, sabéis conocer el aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué entonces no conocéis este tiempo?
En su aparición la religiosa exclamó que lo que había ocurrido fue un prodigio ordenado por Dios «para enseñanza y enmienda de todos».
Había hecho el «voto de ánimas» a favor de las almas del purgatorio y todos los días pedía especialmente por ellas. Su ángel la estimulaba particularmente a ello.
Con esta letanía pidamos a Dios todopoderoso que tenga piedad y misericordia de todas las almas del Purgatorio para que alcancen el descanso eterno.
En el Rosario encomendamos a los difuntos a la intercesión de la Santísima Virgen María, de quien dijo san Juan Bosco que cuando Ella ruega «todo se obtiene, nada se niega». Ella aboga ante su Hijo por las almas de los pecadores; los libra de los engaños del demonio, y alivia a las que están en el Purgatorio.
La Santa Sede decretó, debido a la actual pandemia del Covid-19, que durante todo el mes de noviembre se podrá obtener Indulgencias Plenarias para los fieles difuntos, con la adecuación de las obras y condiciones para garantizar la seguridad de los fieles.
Esta Novena por las almas del purgatorio ha sido compuesta por San Alfonso María de Ligorio para la conmemoración de los difuntos.
El primer paso a tomar cuando el paciente está en peligro de muerte es llamar a un sacerdote o confesor diocesano sin demora para la administración de los sacramentos de la confesión, la Eucaristía y la unción de los enfermos, y aplicar la indulgencia plenaria in articulo mortis.
¿De qué le vale al hombre conquistar el mundo entero, si pierde su alma? ¡Oh máxima poderosa, que tantas almas ha llevado al cielo y tantos santos ha dado a la Iglesia! ¿De qué sirve ganar todo este mundo, que muere, si se pierde el alma, que es eterna?
Una sola Misa alivia lo mismo a diez mil almas que a una sola. Pensemos en las almas más abandonadas y oremos por ellas.
El Purgatorio es, al final, el lugar en donde van las almas que, aunque se hayan salvado, no quisieron entregarse totalmente a Dios; aunque estén salvados, aún estaban muy apegados a las cosas de este mundo.
La Conmemoración de los fieles Difuntos es un día profundamente recordado, celebrado desde tiempos inmemoriales en la tradición de la Iglesia, en donde oramos por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
San Vicente Ferrer, después de la muerte de su hermana, oró con increíble fervor por su alma y ofreció varias Misas por su liberación. Ella apareció al Santo al final de su Purgatorio, y le contó que si no fuera por su poderosa intercesión ante Dios, ella hubiera estado allí interminable tiempo.
La muerte supone una de las realidades más contradictorias con las que el hombre se puede topar; es segura e incierta al mismo tiempo. Segura pues, desde el pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva, en el paraíso, la humanidad perdió el don preternatural de la inmortalidad.
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