¿Qué es amar a Dios sobre todas las cosas?
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Mateo 5, 17-19) «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Mateo 19, 16-22) «¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Juan 15, 9-17) «Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis esto que os mando»
(Juan 15, 12-17) «Mi mandamiento es que os améis unos a otros, como Yo os he amado. Nadie puede tener amor más grande que dar la vida por sus amigos»
(Juan 15, 9-11) «Si conserváis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que Yo, habiendo conservado los mandamientos de mi Padre, permanezco en su amor»
(Juan 14, 21-26) «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él»
(Mateo 22, 34-40) «Le propuso esta cuestión para tentarlo: “Maestro, ¿cuál es el mayor mandamiento de la Ley?” Respondió Él: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu espíritu”. Éste es el mayor y primer Mandamiento».
La redacción del cuarto Mandamiento revela una profunda sabiduría cristiana. No dice: «Ama a tu padre y a tu madre», sino «honra». Has de ser, por tanto, un padre digno, que merezcas ser honrado por tu hijo, y que pueda éste ponerte por modelo. En cualquier momento, en cualquier circunstancia que te mire, ha de sentir por ti gran admiración.
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
Dios ha puesto dos mandamientos para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el Sexto -«No cometerás actos impuros», -que engloba todos los pecados externos en esta materia, y el Noveno «No consentirás pensamientos ni deseos impuros»-, que abarca todo pecado interno de impureza. Pero… ¿Cómo enseñar todo esto a los niños de la Catequesis?.
(Juan 14, 15-21) «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él»
La infracción de la Ley de Dios, el pecado, es el mayor mal del mundo; así lo enseña la Iglesia. Y por esto nos repite de continuo esta divisa: antes morir que pecar.
La corrupción se extiende con facilidad, cuando las ocasiones son muchas, los beneficios elevados, y los riesgos pequeños. Y cuando vemos que, a nuestro alrededor, otros sucumben, creando un ambiente de permisividad. ¿Es posible sobrevivir a la corrupción? ¿Qué oportunidades tienen los hombres honrados?
La Santa Misa es el centro y el corazón del culto católico y de su liturgia. Todo el esplendor y hermosura de las ceremonias tienen su razón de ser en Nuestro Señor Jesucristo, que se hace presente entre nosotros en la Santa Misa. Las ceremonias, la magnificencia y suntuosidad no son un fin en sí mismos, sino medios para acercarnos a Él y tributarle nuestro mejor homenaje.
Después de las luchas y del trabajo de la semana, la Misa Dominical renueva nuestro espíritu. Si participamos en ella con fervor y oramos con devoción, podremos enfrentar robustecidos, animosos y con esperanza, los deberes y las tentaciones que sobrevengan en la siguiente semana.
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
Hay hombres que, si bien se consideran de espíritu religioso, nunca van a la iglesia. Parece increíble, pero los hay. Muchos de ellos dicen: «Yo tengo a mi Dios, pero no como enseña la Iglesia. Soy cristiano, pero a mi modo. Adoro a Dios, pero no en la iglesia, sino fuera, en la Naturaleza». Ante tales argumentos, hemos de ayudar a quienes viven en ese error y explicarles la razón suprema del porqué debemos ir a la Iglesia.