¿Cómo enseñar a los niños el sexto y el noveno mandamiento?

Dios ha puesto dos mandamientos para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el Sexto -«No cometerás actos impuros», -que engloba todos los pecados externos en esta materia, y el Noveno «No consentirás pensamientos ni deseos impuros»-, que abarca todo pecado interno de impureza. Pero… ¿Cómo enseñar todo esto a los niños de la Catequesis?.
¿Cómo enseñar a los niños el sexto y el noveno mandamiento?

Dios ha puesto dos mandamientos para ayudarnos a orientar el instinto sexual: el Sexto -«No cometerás actos impuros», -que engloba todos los pecados externos en esta materia, y el Noveno «No consentirás pensamientos ni deseos impuros»-, que abarca todo pecado interno de impureza. Pero… ¿Cómo enseñar todo esto a los niños de la Catequesis?

Ante todo, los catequistas deben saber que no pueden ocultar las enseñanzas de esos mandamientos a los niños, deben por el contrario, orientarlos para que crezcan en las virtudes contrarias a esos pecados.

En el Catecismo Mayor de San Pío X encontramos algunas respuestas que serán útiles a la hora de explicar estos dos Mandamientos.

¿Qué nos ordenan el sexto y noveno mandamientos? – El sexto mandamiento nos ordena ser castos y modestos en las acciones, en las miradas, en nuestra conducta y en las palabras. El noveno mandamiento nos ordena que seamos castos y puros aun en lo interior, a saber: en la mente y en el corazón.

¿Qué hemos de hacer para guardar el sexto y noveno mandamientos? – Para guardar el sexto y noveno mandamientos hemos de orar con frecuencia y de corazón a Dios, ser devotos de la Santísima Virgen María, Madre de pureza, acordarnos de que Dios nos ve, pensar en la muerte, en los divinos castigos, en la Pasión de Jesucristo, refrenar nuestros sentidos, practicar la mortificación y recibir a menudo y con las debidas disposiciones los santos sacramentos.

¿De qué debemos de huir para conservarnos castos? – Para conservarnos castos debemos huir el ocio, las malas compañías, la lectura de libros y diarios malos, la intemperancia, el mirar estampas indecentes, los espectáculos licenciosos, las conversaciones peligrosas y todas las demás ocasiones de pecar.

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