¿Es pecado enojarse?
A veces podemos usar palabras duras y fuertes para despertar la conciencia de las personas que no quieren convertirse, pero debemos hacerlo con caridad y no con rabia o enojo.
A veces podemos usar palabras duras y fuertes para despertar la conciencia de las personas que no quieren convertirse, pero debemos hacerlo con caridad y no con rabia o enojo.
Existen dos requisitos primordiales que los católicos deben cumplir para una recepción digna del Santísimo Sacramento del altar, como explican el Catecismo y el Código de Derecho Canónico.
¿Existe algún truco para superar el malhumor y recuperar la sonrisa? Santo Tomás de Aquino propone cinco remedios de sorprendente eficacia contra la tristeza.
Hace más de un siglo, Gilbert K. Chesterton escribió una obra maestra titulada «La balada del caballo blanco», que narra la historia de un rey que deambula con tristeza por su reino una vez católico, ahora invadido por daneses paganos. En la obra se observa la lucha por la verdad, la bondad y la belleza en un mundo caído.
(Lucas 6, 39-42) ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, déjame que te saque la pajuela de tu ojo», tú que no ves la viga en el tuyo?
¿Es pecado hacerse tatuajes? este es un tema bastante controvertido en los ambientes cristianos, así como también, es una cuestión que no tiene una explicación exacta del tema de fondo.
Las adversidades son útiles a los justos, necesarias a los pecadores. San Claudio de la Colombiere nos expone la importancia fundamental de la oración y la confianza puesta en Dios.
San Gregorio enseña que «de la tristeza nacen la malicia, el desfallecimiento, la desesperación, la torpeza para la observancia de los preceptos y la divagación del alma en todas las cosas malas».
¿Qué es el propósito de enmienda? Es una firme resolución de nunca más ofender a Dios. Y hay que hacerlo ya antes de confesarse. Jesús dijo a la pecadora: «Vete y no peques más» (Jn. 8,11). Esto es lo que se propone el pecador al hacer el propósito de enmienda: «no quiero pecar más, con la ayuda de Dios”.
Lo llamaban «El Doctor boca de miel». Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo
En los momentos de crisis nuestra alma se encuentra en una «turbulencia espiritual», y un mal consejo puede hacer mucho daño, al extremo de destruir una familia. Es por eso que el diálogo en un matrimonio es importantísimo, y a veces es lo que más falta.
«La soberbia es el principio de todo pecado.» (Ecles 10,15) Y, qué difícil será salvarse a los soberbios: «la soberbia es signo clarísimo de reprobación, mientras que la humildad lo es de predestinación» (San Gregorio Magno).
(Mateo 9, 1-8 ) «Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados»
Mons. Fulton Sheen predijo en su momento que el futuro tendríamos dos tipos de personas: Aquellas seguidoras del Dios que se hizo hombre y otros hombres que «se hacen dioses». Incluso en esos días de 1947, el Arzobispo Sheen criticó «la mediocridad y la falta de compromiso que caracterizan las vidas de muchos cristianos» nada diferente a los días de hoy.
San Alfonso María de Ligorio quiere enseñarnos sobre aquellas almas que se dejan llevar por sus inclinaciones y defectos dominantes, y no se enmienda, ni trabajan por salir de ellas. En sus escritos nos habla sobre el peligro que corren las almas tibias.
Dice Stevenson que existe una ociosidad positiva, esta ociosidad «no consiste en no hacer nada, sino en hacer muchas cosas no reconocidas», es decir, hacer algo distinto de un trabajo servil: por ejemplo, mirar a las estrellas, recolectar flores, «llegar a la contemplación».
Es lastimoso que una mujer católica se confunda con el mundo en lo que éste tiene de antievangélico, y que cuando vemos a una joven vestida habitualmente con modestia se tienda a pensar que es miembro de alguna secta.
El hombre cuando peca se asemeja al enfermo con su enfermedad. Para el sacerdote, ministro del perdón, al igual que el médico, le es imposible recetar la medicina adecuada si el paciente no revela los síntomas de su enfermedad. La confesión habitual de los pecados ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu.
Como el oro se limpia y purifica en el crisol, así el alma se embellece y abrillanta con la áspera lima del dolor. Todo pecado, por insignificante que parezca, es un desorden y, por lo mismo, es una deformidad, una verdadera fealdad del alma, ya que la belleza, como es sabido, no es otra cosa que «el esplendor del orden». Por consiguiente, todo aquello que por su misma naturaleza tienda a destruir el pecado o a borrar sus huellas tiene forzosamente que embellecer el alma. He ahí por qué el dolor purifica y hermosea nuestras almas.
Muy ancho es el camino que conduce al Infierno, y muy grande el número de los que entran en él. El Infierno tiene muchas puertas; mas estas puertas están sobre la Tierra. Estas puertas son los vicios por los cuales los hombres ofenden al Señor y llaman sobre sí los castigos y la muerte eterna.