La infracción del Decálogo: Las consecuencias del pecado
La infracción de la Ley de Dios, el pecado, es el mayor mal del mundo; así lo enseña la Iglesia. Y por esto nos repite de continuo esta divisa: antes morir que pecar.
La infracción de la Ley de Dios, el pecado, es el mayor mal del mundo; así lo enseña la Iglesia. Y por esto nos repite de continuo esta divisa: antes morir que pecar.
La corrupción se extiende con facilidad, cuando las ocasiones son muchas, los beneficios elevados, y los riesgos pequeños. Y cuando vemos que, a nuestro alrededor, otros sucumben, creando un ambiente de permisividad.
En algunas regiones, ser político o meterse en la política, es sinónimo de corrupción, desfalco o sobreponer los interés particulares sobre el bien común.
(Mateo 13, 1-9) «[…] Otras cayeron sobre tierra buena, y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. ¡Quien tiene oídos, oiga!»
¿Es pecado hacerse tatuajes? este es un tema bastante controvertido en los ambientes cristianos, así como también, es una cuestión que no tiene una explicación exacta del tema de fondo.
Al principio de la Historia, al hombre se le subió a la cabeza el orgullo y la jactancia, quiso construir una torre gigantesca, que desafiase al mismo cielo. A nuestra sociedad le ocurre exactamente lo mismo, al querer construir el edificio de la civilización humana prescindiendo de Dios en búsqueda de la Felicidad.
La humildad causa en la persona el conocimiento verdadero de sí mismo ante los hombres. En efecto, por ella, dice el Doctor, podemos «pensar que los demás poseen mayor bondad que nosotros, o que nosotros tenemos más defectos, y humillarnos ante ellos»
Andando por los caminos torcidos del siglo, el cristiano laico habrá de hacer dos cosas: o caminar por ellos rectamente, cuando no es posible enderezarlos, o aplicarse a rectificarlos, si se puede.
El Decálogo, ¿puede ser todavía un tema importante, vital, para la Humanidad? Hace ya tres mil quinientos años que la divina voluntad dio fuerza de ley a estos Mandamientos.
Si tienes arrepentimiento de verdad, harás el propósito de no volver a pecar. Dice el profeta Isaías: «Que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad».
Para Lewis «la amistad surge fuera del mero compañerismo cuando dos o más compañeros descubren que tienen en común algunas ideas o intereses o simplemente algunos gustos que los demás no comparten y que hasta ese momento cada uno pensaba que era su propio y único tesoro, o su cruz. La típica expresión para iniciar una amistad puede ser algo así: “¿Cómo, tú también? Yo pensaba ser el único”».
Se trata de crear en la casa una atmósfera sagrada que permita que los niños crezcan en un ambiente sano y santo.
Reflexiones ante el insólito impacto emocional que ha tenido la enfermedad en la población planetaria.
(Mateo 7, 21-29) «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca»
La consagración significa una especial ofrenda, oblación, entrega, donación y dedicación a Dios. El cristiano debe valerse de las consagraciones para estar más unido a Dios y aprovechar las gracias que ellas proporcionan.
El que es tibio con Dios, ciertamente merece que lo sea también Dios con él: «El que poco siembra, poco coge». El Señor le concederá solamente el auxilio ordinario que concede a todos; pero le negará el especial; y el alma privada de éste, no podrá perseverar -como hemos dicho- sin caer en culpa grave.
Dice Stevenson que existe una ociosidad positiva, esta ociosidad «no consiste en no hacer nada, sino en hacer muchas cosas no reconocidas», es decir, hacer algo distinto de un trabajo servil: por ejemplo, mirar a las estrellas, recolectar flores, «llegar a la contemplación».
Es lastimoso que una mujer católica se confunda con el mundo en lo que éste tiene de antievangélico, y que cuando vemos a una joven vestida habitualmente con modestia se tienda a pensar que es miembro de alguna secta.
Propongámonos en este inicio de año hacer un cambio, un verdadero cambio interno, individual, comenzando por nosotros mismos.
¡Con cuánta frivolidad toma el hombre en sus labios el santo nombre de Dios! ¡Aun el creyente! ¡Aun el que nunca blasfema! ¡Cuántas veces abusa del nombre de Dios aun el hombre que por nada del mundo proferiría una blasfemia!
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