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Una «Segunda Venida» poco esperada

A diferencia de la primera venida, la segunda será absolutamente visible para toda la creación y en todo el esplendor de su gloria: «Como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la Venida del Hijo del hombre» (Mt 24, 27).
Una «Segunda Venida» poco esperada

¿Cómo será y no será la Segunda Venida de Cristo? ¿Esperan los hombres de nuestra época la venida de nuestro Señor Jesucristo? ¿Cuáles son los signos que preceden a este gran acontecimiento?

Tomado de Homilia.org

Se habla de la segunda venida de Cristo para distinguirla de la primera, que ocurrió en la Encarnación; su primera venida al mundo fue en la carne, la segunda será en su gloria.

En el momento de la Ascensión de Jesucristo al Cielo, cuando los Apóstoles y discípulos se quedaron extasiados viendo hacia donde había desaparecido el Señor entre las nubes, sucedió que dos Ángeles se aparecieron para decirles: «Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al Cielo» (Hech. 1, 9-11).

Para saber cómo será y cómo no será la Segunda Venida de Cristo, debemos detallar bien cómo fue la Ascensión de Jesucristo al Cielo. ¿Cómo lo vieron subir? Con todo el poder de su divinidad, glorioso, fulgurante y, ascendiendo, desapareció entre las nubes. ¿Cómo vendrá?

El anuncio de los Ángeles es clarísimo y corrobora anuncios previos hechos por Jesús mismo. Al responder a Caifás en el momento de su injustísimo juicio antes del su Pasión y Muerte dijo lo siguiente: «Verán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Poderoso y viniendo sobre las nubes» (Mt. 26, 64).

Ya anteriormente lo había anunciado a sus discípulos: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre. Verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder Divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo» (Mt. 24, 30-31)

Sin embargo han habido, hay y habrá muchos que querrán hacerse pasar por Cristo. Y hay uno en especial, el Anticristo, que hará creer que él es Cristo. Entonces hay que estar prevenidos, pues Cristo vendrá glorioso con todo el poder de su divinidad, como los Apóstoles lo vieron irse.

Tengamos en cuenta que el Anticristo será un hombre que se dará a conocer como Cristo y con la ayuda de Satanás realizará milagros y prodigios, y engañará a muchos, pues desplegará un gran poder de seducción. He aquí la descripción que nos hace San Pablo:

«Entonces aparecerá el hombre del pecado, instrumento de las fuerzas de perdición, el rebelde que ha de levantarse contra todo lo que lleva el nombre de Dios o merece respeto, llegando hasta poner su trono en el Templo de Dios y haciéndose pasar por Dios… Al presentarse este Sin-Ley, con el poder de Satanás, hará milagros, señales y prodigios al servicio de la mentira. Y usará todos los engaños de la maldad en perjuicio de aquéllos que han de perderse, porque no acogieron el amor de la Verdad que los llevaba a la salvación … así llegarán hasta la condenación todos aquéllos que no quisieron creer en la Verdad y prefirieron quedarse en la maldad» (2 Tes. 2, 3-11).

Entonces, ¿qué hacer? Siguiendo, el consejo de la Sagrada Escritura, no debemos dejarnos engañar. Los datos sobre la Segunda Venida de Cristo son muy claros: Cristo vendrá en gloria y de manera sorpresiva e instantánea… como un relámpago. El Anticristo no. Hará grandes prodigios, pero no puede presentarse como tenemos anunciado que vendrá Cristo en su Segunda Venida. De allí que Jesús nos advierta:

«Llegará un tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, pero no lo verán. Entonces les dirán: está aquí, está allá. No vayan, no corran. En efecto, como el relámpago brilla en un punto del cielo y resplandece hasta el otro, así sucederá con el Hijo del Hombre cuando llegue su día». (Lc. 17, 22-24)

Jesús nos advierte clarísimamente y nos explica aun más cómo será de sorpresiva y deslumbrante su Segunda Venida:

«Si en este tiempo alguien les dice: Aquí o allí está el Mesías, no lo crean. Porque se presentarán falsos cristos y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios. ¡Miren que se los he advertido de antemano! Por tanto, si alguien les dice: En el desierto está. No vayan. Si dicen: Está en un lugar retirado. No lo crean. En efecto, cuando venga el Hijo del Hombre, será como relámpago que parte del oriente y brilla hasta el poniente» (Mt. 24, 23-28).

¿Cómo sé yo que Jesucristo va a venir nuevamente? Los católicos ¿tenemos algún elemento para juzgar esto? ¿Cómo sabemos cuándo va a volver Jesús?

Respuesta del Teólogo Responde

Por supuesto que Jesucristo va a volver; ésta es una verdad de nuestra fe. La decimos en el Credo: «vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos». Ésa será la segunda venida: vino en la Encarnación; viene a cada alma por la gracia y la cruz (la Sagrada Escritura llama a esto “visitación”) y vendrá al final de los tiempos. Éste es un dogma de los más importantes y muy negado hoy, lamentablemente.

Esta verdad está revelada hasta el cansancio: lo dicen los ángeles a los Apóstoles durante la Ascensión de Cristo: Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo (Hch 1,11); San Pablo habla a los Tesalonicenses de la necesidad de… esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos (1Tes 1,10); y también habla de la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos (3,13). Y Jesús, en el momento solemnísimo de su juicio ante el Sanedrín, lo dice a los Sumos Sacerdotes con palabras muy graves: Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo sobre las nubes del cielo (Mt 26,64; Mc 14,62; Lc 22,69).

Este dogma es fundamental para nuestra fe; y tan importante como el de su Primera Venida, es decir, la Encarnación. San Policarpo de Esmirna, escribía a los Filipenses estas terribles palabras: «Quien no reconoce que Jesucristo ha venido en la carne, es un anticristo; y quien rechaza el testimonio de la cruz, viene del diablo; y quien pervierte las palabras del Señor adaptándolas a sus malvados deseos, y niega la resurrección y el juicio, éste es el primogénito de Satanás».

Lo que este dogma quiere decir, es que el mundo no continuará desenvolviéndose indefinidamente, ni acabará por azar, sino por una intervención directa de su Creador. Hoy muchos lo han olvidado pareciéndose a las vírgenes necias del Evangelio, que porque el Novio se hacía esperar pensaron «no viene más» y se durmieron. Vino igual y ellas quedaron fuera de la fiesta. Al olvidarse uno de esta verdad, deja de entender la historia (que para él pierde sentido), puede terminar perdiendo la fe (afirmando que Jesús no vuelve) y paganizándose.

¿Y se cumplen? Según se los mire, algunos dicen que ya se cumplieron casi todos; otros dicen que faltan algunos. ¿Y entonces? Entonces eso quiere decir que hay que estar preparados siempre…

Jesucristo dio signos de la llegada de este juicio, aunque sobre el día preciso no nos dijo nada; y deliberadamente lo ocultó: ni los ángeles del cielo lo saben. ¿Para qué? Para que estemos preparados en todo tiempo. Esos indicios los podemos resumir en tres grupos:
(a) Antes de la Parusía: han de ser evangelizadas la plenitud de las naciones; se dará una apostasía universal (se enfriará la caridad de muchos); y con esto la venida del Anticristo (cf. 2Tes 2,3); será soltado Satanás por un tiempo para que seduzca a las naciones (cf. Ap 20,7); aquí se dará la conversión de los judíos, (cf. Ro 11,25); se dará una gran tribulación como nunca fue vista (cf. Mt 24,21)

(b) Durante la Parusía (cf. Mt 24 y 25): habrá signos en la tierra y en el cielo: oscurecimiento, terremotos, etc.; aparecerá el estandarte de Jesucristo en los cielos; se lamentarán las tribus de la tierra; verán venir al hijo del hombre: Jesucristo; los ángeles reunirán a los elegidos; separará Jesús a los elegidos de los réprobos, o sea, el Juicio Final.

(c) Después de la Parusía: pasarán con estrépito estos cielos y esta tierra (cf. 2Pe 3,10.12); aparecerá un cielo nuevo y una tierra nueva (cf. 2Pe 3; Ap 21,1); reunirá a los suyos para el gran banquete final (cf. Lc 22,30).

¿Y se cumplen? Según se los mire, algunos dicen que ya se cumplieron casi todos; otros dicen que faltan algunos. ¿Y entonces? Entonces eso quiere decir que hay que estar preparados siempre… Como si fuera a venir hoy mismo. Por eso el Apocalipsis llama a Jesús no «el que viene», sino concretamente «El Viniente»; está viniendo; ya empezó el viaje… Él mismo se comparó con un ladrón que viene en la hora menos esperada…

Ante esto, nuestra actitud ha de ser de esperanza, deseo y preparación. Porque la Parusía es un misterio con dos caras: terrible y gozosa. Terrible para los que no estén preparados, los injustos, los pecadores, los obradores de iniquidad; gozosa para los que son de Cristo y viven segun la gracia. Lo dice resumidamente la Didajé, el escrito cristiano más antiguo no-escriturístico: «Venga la gracia y pase este mundo… El que sea santo que se acerque. El que no lo sea, que haga penitencia. Maranhatá. Amén». Y de modo mucho más hermoso todavía, lo dice San Juan en el Apocalipsis: «El Espíritu y la Novia dicen: “¡Ven!”. Y el que oiga, diga: “¡Ven!”. Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis agua de vida… Dice el que da testimonio de todo esto: “Sí, vengo pronto”. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22).


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