«Si quieres, puedes limpiarme»

«Si quieres, puedes limpiarme»

(Marcos 1, 40-45) Vino a Jesús un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, sé sano».

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«Para eso he venido al mundo»

«Para eso he venido al mundo»

(Marcos 1, 29-39) Cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te buscan». Respondióles: «Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí». Y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios.

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La presentación de Jesús en el templo

La presentación de Jesús en el templo

(Lucas 2, 22-40) «Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está escrito en la Ley de Moisés».

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Cuando los Santos educaban a los niños

Cuando los Santos educaban a los niños

Hubo una época en que los santos formaron a nuestros hijos y nietos, guiándolos por el camino de la virtud, entre ellos, encontramos a San Juan Bosco, para quien el difícil arte de educar se centra en la promoción y el fomento de una serie de acciones y actitudes que los niños y jóvenes necesitan para convertirse en hombres y mujeres de bien.

«Había un hombre con un espíritu inmundo»

«Había un hombre con un espíritu inmundo»

(Marcos 1, 21-28) «Se encontraba en las sinagogas de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo, el cual gritó: “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios”».

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Conversión de San Pablo

La conversión de San Pablo, el «apóstol por voluntad de Dios»

Celebremos la conversión del apóstol San Pablo, un personaje indiscutiblemente fundamental en la historia de la Iglesia primitiva, que de perseguidor pasó a ser un instrumento escogido por Dios para la extensión del reino de los cielos. Entre tantas conversiones del santoral, la de Pablo es única y ejemplar, pues ocurre algo radical: cae Saulo y se levanta Pablo.

«Tú eres el Hijo mío amado, en Ti me complazco»

«Tú eres el Hijo mío amado, en Ti me complazco»

(Marcos 1, 7-11) Y sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. Y al momento de salir del agua, vio entreabrirse los cielos, y al Espíritu que descendía sobre Él.

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