Evangelio según San Marcos 1, 40-45
Vino a Él un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, sé sano». Al punto lo dejó la lepra, y quedó sano.
Y amonestándolo, le despidió luego, y le dijo: «¡Mira! No digas nada a nadie; mas anda a mostrarte al sacerdote, y presenta, por tu curación, la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero él se fué y comenzó a publicar muchas cosas y a difundir la noticia, de modo que Jesús no podía ya entrar ostensiblemente en una ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares despoblados; y acudían a Él de todas partes.
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Esta homilía apareció por primera vez aquí el 13 de Febrero de 2021.
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