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San Bernabé, Apóstol

(Mateo 10, 7-13) «Y de camino predicad diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente»
San Bernabé, Apóstol

Evangelio según san Mateo 10, 7-13

Y de camino predicad diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios. Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento. Llegados a una ciudad o aldea, informaos de quien en ella es digno, y quedaos allí hasta vuestra partida. Al entrar a una casa decidle el saludo (de paz). Si la casa es digna, venga vuestra paz a ella; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.

Memoria de San Bernabé, Apóstol

Martirologio Romano: Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén, predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio ( s. I).

El Apóstol Bernabé es una de las grandes figuras de los primeros tiempos de la Iglesia. Realza su figura el que haya sido uno de los «descubridores» del apóstol Pablo. Se le llama también Apóstol, pues aunque no era uno de los 12 así habla de él los Hechos de los Apóstoles. Muy probablemente haya sido uno de los 70 discípulos de Cristo mencionados en la Escritura.

Hombre generoso, tenía como nombre primero el de José, pero los Apóstoles lo llamaron Bernabé, que significa «el que anima y entusiasma». De él cuentan los Hechos de los Apóstoles que era «levita [de la tribu de Leví], natural de Chipre, tenía un campo; lo vendió y llevó el dinero a los pies de los Apóstoles», es decir su suma generosidad contrasta con la del joven rico del Evangelio.

Escritos apócrifos hablan de un viaje a Roma y de su martirio, hacia el año 70, en Salamina, por mano de los judíos de la diáspora que lo lapidaron.

Tomado de es.gaudiumpress.org

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