Por KV Turley
Tomado de NationalCatholicRegister
Traducido al castellano por FormacionCatolica.org
El 30 de julio de 1922, en el Hotel Railway, en Beaconsfield, Inglaterra, Gilbert Keith Chesterton se convirtió al catolicismo. En ausencia de una iglesia católica local, la casera irlandesa del Hotel Ferrocarril había permitido que el salón de baile se convirtiera en una capilla improvisada. Fue allí, bajo un techo de chapa y rodeado de paredes de madera desnuda, que el escritor de 48 años entró en plena comunión con la Santa Madre Iglesia.
¿Cuáles fueron las razones por las que Chesterton dio este paso?
Y, dado su pensamiento y sus escritos sobre el cristianismo durante muchos años, ¿por qué le había llevado tanto tiempo?
«La conversión es finalmente un acto de la voluntad, no simplemente de la mente», dijo Karl Schmude, presidente de la Sociedad Australiana de Chesterton, «y el hecho de que Chesterton se hiciera católico se retrasó por razones personales, no doctrinales». La renuencia de Chesterton a convertirse, dijo Schmude al Register, se debió esencialmente a la esposa del escritor, Frances. Aunque Chesterton había sido bautizado en la Iglesia de Inglaterra, su educación religiosa fue en gran parte unitaria. Las creencias cristianas ortodoxas que llegó a tener más tarde se habían desarrollado bajo la influencia de Frances, que era anglicana de la High Church. Y, en 1922 –todavía era anglicana– aún no estaba lista para hacer el mismo viaje espiritual que su esposo. Eso cambiaría: en 1926 ella lo siguió a la Iglesia Católica.
Cuando a Chesterton se le pide que explique por qué se hizo católico, él responde: «Para deshacerme de mis pecados».
Si bien la falta de interés de Frances acerca de Roma puede explicar el retraso de su esposo, no nos dice nada de su motivación para finalmente dar ese paso. Schmude sintió que la eventual conversión de Chesterton al catolicismo fue el punto final de un viaje que comenzó con la posición intelectual establecida en el libro Ortodoxia (1908) y que allanó el camino para la aceptación cada vez más profunda de la fe sobrenatural por parte del escritor. Schmude percibe que este crecimiento gradual de la comprensión en la vida de Chesterton conduce a una actitud de humildad y gratitud hacia la creación. También llevó al escritor a una mayor conciencia de la naturaleza del mal que causa la pérdida de la bondad, lo que lleva a la necesidad del perdón. Como señaló Schmude, cuando a Chesterton, en Autobiography (1936), se le pide que explique por qué se hizo católico, él responde: «Para deshacerme de mis pecados».
Schmude dijo que este sentido del pecado y la consiguiente sensibilidad al mal son claves para comprender el camino que condujo a Chesterton al catolicismo en 1922. «[Malcolm] Muggeridge», observó Schmude, «pensaba que Chesterton era “un espíritu melancólico, angustiado y asustado” y bajo su brillo superficial de ingenio y optimismo acechaba el temor de que el mundo fuera un lugar depravado y diabólico. Y que solo Dios podría salvarlo».
Sin embargo, Chesterton a menudo enmarcaría su conversión como un asentimiento intelectual a la verdad. En su ensayo de 1926 «Por qué soy católico», escribió que «la dificultad de explicar “Por qué soy católico” es que hay diez mil razones, todas sumadas a una razón: que el catolicismo es verdadero». Pero Schmude dijo que este asentimiento intelectual no fue el único impulso de su conversión. Además, dijo, «fue la culminación de un desarrollo, basado en conocimientos y experiencias naturales, y elevado y realizado por la fe sobrenatural del catolicismo».
Dale Ahlquist, presidente y cofundador de la American Chesterton Society, está de acuerdo y sugiere que ha habido pocas conversiones más deliberadas que la de Chesterton. «Diez años antes de su conversión», dijo Ahlquist al Register, «Chesterton dijo que si cada hombre viviera mil años, cada hombre terminaría siendo un ateo nihilista o un miembro de la Iglesia católica. En ese momento, ya estaba hablando con su amigo, el padre John O’Connor, sobre convertirse en católico».
Curiosamente, Ahlquist tiene dos teorías sobre por qué Chesterton tardó tanto en convertirse. «La primera es la misma teoría que todos los demás tienen». Ahlquist explicó: «No estaba listo para unirse a la Iglesia Católica sin su esposa a su lado. Compartió todo con Frances, y los dos realmente dependían el uno del otro. No parecía posible no compartir lo más importante de su vida con la persona más importante de su vida. Pero ella simplemente no estaba lista».
La segunda teorías de Ahlquist es más sorprendente por su originalidad. «En su libro sobre la conversión, La Iglesia Católica y la Conversión [1926], Chesterton dice algo que fue más que una mera observación exterior; [era] algo que él mismo había experimentado. Él dice que cuando un hombre está pensando en convertirse en católico, la “propaganda anticatólica ordinaria” no es un obstáculo. Eso no es lo que mantiene al converso potencial fuera de la Iglesia». Ahlquist continuó citando las palabras de Chesterton, al mencionar de que el converso rara vez se asusta de la imagen protestante del catolicismo, pero se asusta de la imagen católica del catolicismo. Alquist dijo que, para Chesterton, las palabras imprudentes de los católicos hacían más daño a cualquier conversión potencial que cualquier vitriolo anticatólico de los no católicos. Al reflexionar sobre las palabras de Chesterton, Ahlquist concluye, de forma bastante desconcertante, que lo que mantuvo a uno de los conversos más famosos del siglo XX fuera de la Iglesia Católica durante años, fueron otros católicos. A la luz de esta experiencia, Ahlquist reflexionó: «Fue un movimiento valiente en verdad cuando G.K. tomó la decisión de hacerse católico».
Chesterton dejó claro a su amigo el sacerdote católico Padre O’Connor, quien fue la inspiración para el Padre Brown, que, in extremis, deseaba ser recibido y bautizado en la Iglesia Católica.
Antes de su recepción en 1922, había indicios de que Chesterton deseaba convertirse en católico. Hacia fines de 1914, el escritor tuvo un colapso físico: durante los siguientes seis meses, entró y salió del coma mientras luchaba por su vida. Chesterton dejó claro a su amigo el sacerdote católico Padre O’Connor, quien fue la inspiración para el Padre Brown, que, in extremis, deseaba ser recibido y bautizado en la Iglesia Católica.
Además, parece que, seis años después, en 1920, G.K. Chesterton le hizo una promesa a Nuestra Señora de que entraría en la Iglesia Católica. Esto ocurrió mientras el escritor y su esposa se encontraban en la ciudad italiana de Brindisi en su camino de regreso a Inglaterra después de una peregrinación a Tierra Santa.
Fue desde Brindisi durante la Semana Santa, el 31 de marzo de 1920, que Chesterton escribió a su amigo Maurice Baring: «También hay algo aún más importante que quiero discutir contigo; por ciertas cosas que han sido tocadas entre nosotros en tiempos pasados. Sólo diré aquí que mi línea de pensamiento, que realmente era de pensamiento y no de emoción fugitiva, llegó a estallar en la Iglesia del Ecce Homo en Jerusalén».
La basílica Ecce Homo de Jerusalén tiene una historia única. Fue construido en el siglo XIX sobre los restos arqueológicos del patio de Pilato donde se dió la pregunta del gobernador romano a Cristo atado, «¿Qué es la verdad?». La Basílica Ecce Homo –«He aquí el hombre»– fue construida por Alphonse Ratisbonne, un judío convertido al catolicismo que había entrado en la Iglesia después de una visión de Nuestra Señora en una iglesia romana.
«Algo sucedió en la Basílica del Ecce Homo», dijo Marco Semarini, presidente de la Sociedad Italiana de Chesterton. Hablando con el periódico Register, Semarini dijo que cree que el viaje a Tierra Santa aclaró las cosas de manera irrevocable para el escritor inglés. «El diario de la esposa Frances registra que fueron tres veces a la Basílica del Ecce Homo. La primera visita, el 4 de marzo, fue de Frances sola; luego fueron juntos, el 26 de marzo, por la mañana –explicó– y, de nuevo, para una bendición al día siguiente por la tarde. Allí tuvieron una larga conversación con una monja inglesa. No tenemos otro registro de esto, pero lo cierto es que Chesterton se sintió particularmente conmovido por este lugar o, quizás más correctamente, todo se aclaró allí».
La referencia de Chesterton en su carta a Baring a «ciertas cosas que se han tocado entre nosotros en el pasado», debe haber sido, sostiene Semarini, una referencia a las discusiones en curso que habían tenido sobre la conversión de Chesterton al catolicismo. Semarini siente que Baring habría sido un interlocutor adecuado para tales discusiones, ya que él también se había convertido en 1909.
Además, del episodio de 1914 cuando Chesterton estaba gravemente enfermo, Semarini dijo que, cuando Chesterton se recuperó de su enfermedad, «afirmó haber tenido un “éxtasis místico” poco antes de salir del coma en el que fue invitado por la difunta esposa de Belloc [Elodie] a convertirse. Pero una vez superada la enfermedad, el asunto quedó “en el fondo de mi mente”, como lo expresó Chesterton, pero a partir de ahí, continuó trabajando en él».
Curiosamente, fue Elodie Belloc, dijo Semarini, quien influyó en el hermano de Chesterton, Cecil, para que se hiciera católico en 1912. La conversión de Cecil no había sido bien recibida por la familia Chesterton en general, y esto puede haber retrasado la decisión de su hermano de convertirse al catolicismo. En cualquier caso, al igual que Schmude y Ahlquist, Semarini ve la renuencia de Frances a aprobar el viaje a Roma como el principal obstáculo para el progreso de su esposo en la Iglesia. «Frances fue problemática con todo el asunto”, dijo Semarini. «Varias veces en el pasado había dicho que no quería convertirse al catolicismo porque amaba la fe, el anglicanismo, en la que había crecido». Sin embargo, Semarini continuó señalando: «Como Maisie Ward siempre dice: “Frances nunca movió un dedo para evitar que Gilbert se uniera a la Iglesia Católica”».
Sin embargo, pase lo que pase durante la peregrinación a Tierra Santa de 1920 y el posterior viaje de regreso a Inglaterra, todo cambió. Al llegar a Brindisi, continúa Semarini, los Chesterton no pudieron encontrar una habitación de hotel, por lo que se retiraron a una habitación en una casa privada. En la habitación que les dieron había una estatua de la Virgen. Él siente que fue allí, «aquí mismo en Italia, justo frente a este mar nuestro, bajo los ojos de la Virgen María», donde terminó la larga conversión de GK Chesterton. «La Virgen María siempre jugó un gran papel en la vida de Chesterton», concluyó Semarini.
Cuando, finalmente, en mayo de 1927, se bendijo y abrió una iglesia católica en Beaconsfield, los Chesterton contribuyeron con una adición notable, a saber, una estatua de Nuestra Señora.
2 comentarios en “La conversión de Chesterton: Las dificultades de su esposa y su experiencia en Jerusalén”
Buenos días. Muchísimas gracias por tan bella historia de conversión de Chesterton y de su esposa.
Dios nos conceda la gracia de ser dóciles a la acción amorosa y poderosa del Espíritu Santo, a los católicos y no católicos, que nos dé conciencia de pecado, para tener una conversión sincera, profunda y constante de corazón, que nos dé la gracia de encontrar y seguir a Cristo, quien es el camino, la verdad y la vida, para encontrarnos y alimentarnos con Él, el Pan vivo bajado del cielo, mediante su Palabra y los sacramentos, para que participemos del banquete eucarístico. La Sagrada Eucaristía “milagro de amor”, donde se hace presente nuestro Señor Jesucristo con su cuerpo para que lo comamos, y con su sangre, para que la bebamos , y así, tengamos vida eterna.
Dios y la Virgen María nos ayuden a evangelizar dando ejemplo de verdadera conversión y dando testimonio del amor de Dios en nuestras vidas.
Buenos días. Muchísimas gracias por tan bella historia de conversión de Chesterton y de su esposa.
Dios nos conceda la gracia de ser dóciles a la acción amorosa y poderosa del Espíritu Santo, a los católicos y no católicos. El Espíritu Santo nos dé conciencia de pecado, para tener una conversión sincera, profunda y constante de corazón palpitante. El Espíritu Santo nos dé la gracia de encontrar y seguir a Cristo, quien es el camino, la verdad y la vida. El Espíritu Santo nos ilumine y nos conceda la gracia de tener un encuentro vivo y personal con Cristo mediante la oración, la Palabra y los sacramentos.
Dios, San José y la Virgen María nos ayuden a evangelizar dando ejemplo de verdadera conversión y dando testimonio del amor de Dios en nuestras vidas.