La voluntad de Dios es que seamos santos

La verdadera santidad consiste en el exacto cumplimiento de la ley de Dios y en un empeño vivo de crecer en la virtud. En cualquier estado de vida en el que te encuentres eres capaz de amar a Dios y alcanzar la santidad, ya que en todos los estados hubo santos, y se hicieron santos justamente por la gracia de este amor.

El horror al sufrimiento nos imposibilita alcanzar la santidad

El horror al sufrimiento nos imposibilita alcanzar la santidad

Como el oro se limpia y purifica en el crisol, así el alma se embellece y abrillanta con la áspera lima del dolor. Todo pecado, por insignificante que parezca, es un desorden y, por lo mismo, es una deformidad, una verdadera fealdad del alma, ya que la belleza, como es sabido, no es otra cosa que «el esplendor del orden». Por consiguiente, todo aquello que por su misma naturaleza tienda a destruir el pecado o a borrar sus huellas tiene forzosamente que embellecer el alma. He ahí por qué el dolor purifica y hermosea nuestras almas.

¡Ante todo, el deber de estado!

Los estados de la vida son los caminos que, según el orden de la divina Providencia, nos guían y nos llevan a nuestro último fin. Es una tentación imaginarnos que obraríamos mejor en otro estado que en el que hemos abrazado. ¡Qué error no ocupar la imaginación sino en lo que se haría si se estuviera en otro puesto, y no cuidar de cumplir con las obligaciones del empleo que se tiene!

El laico esta llamado a santificarse en el mundo «mediante el ejercicio de sus propias tareas»

«Es urgente, hoy más que nunca, que todos los cristianos vuelvan a emprender el camino de la renovación evangélica, acogiendo generosamente la invitación del apóstol a ser “santos en toda la conducta”», ésta es la llamada de atención que en su momento realizó el Papa Juan Pablo II, a través de la Exhortación Apostólica Christifideles Laici, a todos los laicos del mundo, de modo que puedan vivir a plenitud el llamado «a la santidad y a la perfección en el propio estado».

¡Cómo hemos de estimar el nombre cristiano!

¡Cómo hemos de estimar el nombre cristiano!

Mi vida familiar, mi trabajo, mis negocios han de glorificar a Dios. Alaba el sol a Dios con su esplendor. La estrella, con su brillo. El pájaro, con sus cantos. La flor, con su perfume. ¿Y el hombre? El hombre debe alabarlo con una vida en todo de acuerdo con la santísima voluntad de Dios.

Señales de la verdadera vovacion

¿Cuáles son las señales de la verdadera vocación?

Para abrazar la vocación y discernir la inclinación del corazón es necesario que los Padres o el mismo joven interesado conozcan las señales de la verdadera vocación, señales no definitivas, pero que podrían abrir caminos para conocer la elección del estado de vida. El Padre Emvin pretende que a partir de estos enunciados las almas que aspiran a la búsqueda de Dios, puedan disipar sus dudas.

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