Creemos en Jesús por el simple hecho de que Él lo ha dicho
(Juan 10, 22-30) «Ya se lo he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas[…]»
(Juan 10, 22-30) «Ya se lo he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas[…]»
(Juan 4, 43-54) Y el padre reconoció que ésta misma era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él, y toda su casa.
(Marcos 9, 14-29) «Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta”»
(Marcos 7, 24-30) Ella le contestó diciendo: «Sí, Señor, pero también los perritos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos». Entonces Él le dijo: «¡Anda! Por lo que has dicho, el demonio ha salido de tu hija»
(Lucas 5, 1-11) «Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes»
(Lucas 7, 36-50) «Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama»
(Mateo 15, 21-28) «No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos»
(Juan 20, 24-29) «Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto»
(Mateo 8, 23-27) «¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?»
(Mateo 8, 5-17) Y dijo Jesús al centurión: «Anda; como creíste, se te cumpla». Y el criado en esa misma hora fue sanado.
(Lucas 1, 26-38) «No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios. He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús»
(Lucas 7, 1-10 ) «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado»
(Mateo 15, 21-28) «Ella, no obstante, vino a prosternarse delante de Él y dijo: “¡Señor, socórreme!” Mas Él respondió: “No está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros”. Y ella dijo: “Sí, Señor, pero los perritos también comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños”».
(Mateo 15, 21-28) «He ahí que una mujer cananea venida de ese territorio, dio voces diciendo: “¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio”».
(Mateo 14, 22-33) Jesús y dijo: «¡Animo! soy Yo. No temáis». Entonces, respondió Pedro y le dijo: «Señor, si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas». Él le dijo: «¡Ven!». Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!».
(Mateo 14, 22-33) «Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!”. Al punto Jesús tendió la mano, y lo tomó con fuerza diciéndole: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”
«La fe es el mayor tesoro que tenemos, porque a través de ella recibimos el resto de los tesoros espirituales» nos dice el Padre Adolfo, al explicar sobre la Virtud teologal de la fe.
(Juan 14, 15-21) «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él»
(Lucas 17, 3b-10) Y el Señor dijo: «Si tuvierais alguna fe, aunque no fuera más grande que un grano de mostaza, diríais a este sicomoro: “Desarráigate y plántate en el mar”, y él os obedecería.