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San Benito, Abad

(Mateo 10, 24-33) «A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos»
San benito

Evangelio según san Mateo 10, 24-33

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos’’.

***

Memoria de San Benito de Nursia

Fiesta de San Benito, abad, Patrono principal de Europa, nacido en Nursia alrededor del año 480, fue educado en Roma y abrazó luego la vida eremítica en la región de Subiaco, viéndose pronto rodeado de muchos discípulos.

Pasado un tiempo San Benito, se trasladó a Casino, donde fundó un célebre monasterio y compuso una Regla que se propagó de tal modo por todas partes, que ha merecido ser llamado «Patriarca de los monjes de Occidente».

San Benito murió, según la tradición, el veintiuno de marzo de 543.

Oración a San Benito

Santísimo confesor del Señor; Padre y jefe de los monjes, interceded por nuestra santidad, por nuestra salud del alma, cuerpo y mente.
Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y hechicerías.
Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales, y corporales. Pídele también por el progreso de la santa Iglesia Católica; y porque mi alma no muera en pecado mortal, para que así confiado en Tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las eternas alabanzas.

santopedia.com

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Esta homilía apareció por primera vez aquí el 11 de Julio de 2020
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