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San Antonio de Padua, presbítero y doctor

(Lucas 10, 1-9) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos [...]»
Antonio de Padua, presbítero y doctor

Evangelio según san Lucas 10, 1-9

Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, adonde Él mismo quería ir. Y les dijo: “La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos. No llevéis ni bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino. En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa». Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den, porque el obrero es acreedor a su salario. No paséis de casa en casa. Y en toda ciudad en donde entréis y os reciban, comed lo que os pusieren delante. Curad los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios está llegando a vosotros».


Memoria San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Antonio, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Portugal, primero fue canónigo regular y después entró en la Orden recién fundada de los Hermanos Menores, para propagar la fe entre los pueblos de África, pero se dedicó a predicar por Italia y Francia, donde atrajo a muchos a la verdadera fe. Escribió sermones notables por su doctrina y estilo, y por mandato de san Francisco enseñó teología a los hermanos, hasta que en Padua descansó en el Señor ( 1231).

Los padres de San Antonio eran muy ricos y querían ver a su hijo como distinguido hombre de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo y por eso se hizo franciscano.

Antonio era un gran predicador. Lo mandaron como misionero por numerosas ciudades por Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores sobre todo con su buen ejemplo. Cuentan que mientras oraba en su habitación se le apareció Jesús, le puso las manitas al cuello y lo besó. Antonio recibió esta gracia extraordinaria por que mantuvo su alma limpia incluso del mas mínimo pecado y amaba mucho a Jesús.

Cuando Antonio enfermó se retiró a un monasterio en las afueras de Padua, donde murió a la edad de 36 años, el 13 de Junio de 1231.

Treinta y dos años después sus restos fueron trasladados a Padua. La lengua se conservaba íntegra, sin haberse corrompido mientras que el cuerpo estaba aniquilado. Sucedieron muchos milagros después de su muerte. Aun hoy día le llaman el Santo «de los milagros». Su fiesta se celebra el 13 de junio.

El entusiasmo popular ha hecho que San Antonio, más que otros, sea universalmente reconocido por los fieles de todo el mundo. «Santo Universal» le llaman. Durante los siete siglos ya transcurridos desde su muerte, millones de personas se han sentido atraídas a este gran «Franciscano Milagroso».
Fue otro franciscano, San Buenaventura, quien dijo: «Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y el té conseguirá lo que buscas».

Con datos de EWTN.com


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