Preparar el alma

(Lucas 10, 13-16) «Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza; ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me envió»

Vigilancia y Mortificación

(Lucas 7, 24-30) «Es aquel de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer»

Mortificación y paciencia de San Francisco de Sales

Mortificación y paciencia de San Francisco de Sales

La primera lección que nos enseña San Francisco de Sales para la adquisición de las virtudes «es el conocimiento de uno mismo». La mansedumbre y la humildad son el cimiento de la adquisición de todas las demás virtudes, pues sólo puede dominarse a sí mismo aquél que reconoce su flaqueza y está dispuesto a doblegar la voluntad.

La-mortificación-olvidada

La olvidada mortificación

La aceptación resignada de las cruces que Dios nos envía es ya un grado muy estimable de amor a la cruz. Más perfecto aún es tomar la iniciativa y salirse al paso del dolor practicando voluntariamente la mortificación cristiana en todas sus formas.

La liturgia del Tiempo Cuaresmal

Con la imposición de la ceniza se inicia el tiempo de Cuaresma, tiempo litúrgico de cuarenta días, durante el cual los católicos se preparan para la mayor de las alegrías del cristiano, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es un tiempo de conversión, donde el morado penitencial adorna las Iglesias del mundo y los cantos penitenciales acompañan los sacrificios y ayunos de los católicos del mundo.

La mortificación camino para llegar al cielo

La mortificación, medio eficaz para ir al Cielo

Las verdades que Cristo predicó desde lo alto de la montaña continúan siendo válidas para hoy: aparte de la Cruz no existe otra escalera por donde subir al Cielo. La Iglesia Católica siempre ha sostenido que el sacrificio tiene que estar presente en la vida del cristiano, como lo estuvo en la vida de Cristo. El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual.

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