Trabajemos por alcanzar la eternidad

(Juan 6, 22-29) «En verdad, en verdad, os digo, me buscáis, no porque visteis milagros, sino porque comisteis de los panes y os hartasteis. Trabajad, no por el manjar que pasa, sino por el manjar que perdura para la vida eterna, y que os dará el Hijo del hombre, porque a Éste ha marcado con su sello el Padre, Dios»

Vivir en Sociedad

Vivir en Sociedad

(Marcos 6, 53-56) «Apenas salieron de la barca, lo conocieron, y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugars donde oían que Él estaba»

Cómo caminar sobre las aguas

(Mateo 14, 22-36) Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»

Cuando los milagros no son suficientes para creer

(Mateo 12, 38-42) «Una raza mala y adúltera requiere una señal: no le será dada otra que la del profeta Jonás. Pues así como Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán, en el día del juicio, con esta raza y la condenarán, porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; ahora bien, hay aquí más que Jonás[…]»

Vida eterna y progreso terrenal

(Mateo 10, 7-15) Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento.

«¿Quién ha tocado mis vestidos?»

(Marcos 5, 21-43) En el acto Jesús, conociendo en sí mismo que una virtud había salido de Él, se volvió entre la turba y dijo: «¿Quién ha tocado mis vestidos?». Respondiéronle sus discípulos: «Bien ves que la turba te oprime, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».

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«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»

(Marcos 4, 35-41) Lo despertaron diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Entonces Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla; sosiégate!» Y se apaciguó el viento y fué hecha gran bonanza. Después les dijo: «¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?»

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