Fe, paciencia y humildad
(Mateo 15, 21-28) «No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos»
(Mateo 15, 21-28) «No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos»
(Mateo 14, 22-36) Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
(Marcos 9, 2-10) Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús.
El valor de los escritos de Newman permanece relevante, particularmente sus “Sermones parroquiales”. En «El valor de los sentimientos en la vida cristiana» (1831), advierte sobre el emotivismo, instando a fundamentar la vida espiritual en principios sólidos.
(Mateo 14, 13-21) Y comieron todos y se saciaron y alzaron lo sobrante de los trozos, doce canastos llenos. Y eran los que comieron cinco mil varones, sin contar mujeres y niños.
(Juan 6, 24-35) «Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed»
(Juan 6, 24-35) Le dijeron: «Señor, danos siempre este pan». Respondióles Jesús: «Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed»
(Mateo 13, 47-53) «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas»
(Mateo 5, 13-19) «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.»
(Mateo 13, 44-46) «También, el reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Mateo 13, 36-43) «El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino todos los escándalos, y a los que cometen la iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ¡Quien tiene oídos, oiga!»
(Lucas 14, 25-33) «[…] Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo»
(Mateo 13, 18-23) «Lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta»
(Mateo 13, 16-17) «¡Felices de vuestros ojos porque ven, vuestros oídos porque oyen!»
(Mateo 20, 20-28) «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado»
(Mateo 13, 10-17) «[…] Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Lucas 10, 1-9) “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos”
(Mateo 13, 1-9) «[…] Otras cayeron sobre tierra buena, y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. ¡Quien tiene oídos, oiga!»
(Mateo 12, 46-50) «He aquí a mi madre y mis hermanos. Quienquiera que hace la voluntad de mi Padre celestial, éste es mi hermano, hermana o madre»
(Juan 15, 1-8) «Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá»