Amar a Dios y practicar la justicia sin dejar lo demás
(Lucas 11, 42-46) «¡Ay de vosotros, fariseos! ¡porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios!»
(Lucas 11, 42-46) «¡Ay de vosotros, fariseos! ¡porque dais el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis de lado la justicia y el amor de Dios!»
(Mateo 11, 25-30) «Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruir por Mí, porque manso soy y humilde en el corazón; y encontrareis reposo para vuestras vidas»
(Lucas 11, 37-41) «¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio»
(Juan 15, 1-8) «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada»
(Lucas 11, 29-32) «Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás. Porque lo mismo que Jonás fué una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la generación esta»
(Mateo 10, 28-33) «A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial […]»
(Marcos 10, 17-30) «Una cosa te queda: anda, vende todo lo que posees y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; despues, vuelve, y sígueme, llevando la cruz»
(Lucas 11, 27-28) «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica»
(Lucas 11, 27-28) «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!»
(Lucas 11, 5-13) «Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?»
(Lucas 11, 1-4) Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino. Danos cada día nuestro pan supersubstancial”
(Lucas 10, 38-42) «¡Marta, Marta! tú te afanas y te agitas por muchas cosas. Una sola es necesaria. María eligió la buena parte, que no le será quitada»
(Lucas 10, 25-37) «Has contestado bien; si haces eso, vivirás»
(Lucas 1, 26-38) «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho»
(Marcos 10, 2-16) «Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos vendrán a ser una sola carne. De modo que no son ya dos, sino una sola carne. ¡Y bien! ¡lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe!»
(Lucas 10, 17-24) «¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron»
(Lucas 10, 1-12) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies[…]»
(Lucas 10, 17-24) «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 18, 1-5. 10) «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo»
(Lucas 9, 57-62) Otro más le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme primero decir adiós a los de mi casa». Jesús le dijo: «Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios»