Beber el cáliz del Señor
(Mateo 20, 17-28) Mas Jesús repuso diciendo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz, que Yo he de beber?»
(Mateo 20, 17-28) Mas Jesús repuso diciendo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz, que Yo he de beber?»
La promesa de la redención, entendida a la plena luz de los Evangelios, implica algo más que una mera liberación del sufrimiento. Puede que no todos experimentemos la persecución y las traiciones de los mártires, pero algunas heridas pertenecen necesariamente a la vida cristiana.
(Lucas 2, 33-35) «Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, […] Y a ti, una espada te atravesará el alma»
(Mateo 16, 21-27) «Entonces, dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere seguirme, renuncie a sí mismo, y lleve su cruz y siga tras de Mí. Porque el que quisiere salvar su alma, la perderá; y quien pierda su alma por mi causa, la hallará. Porque ¿De que sirve al hombre, si gana el mundo entero, mas pierde su alma?»
A mediados del siglo XVII, las tierras canadienses fueron bañadas por la sangre de los 8 mártires de la Compañía de Jesús. Estos valientes misioneros recibieron las más crueles y espantosas torturas por parte de las tribus caníbales de aquel lugar, y aun en las peores circunstancias, no sucumbieron ante los enemigos que con saña descuartizaban a sus víctimas.
Las hermanas de un convento de Italia presenciaron un hecho impactante. Una de las hermanas que había fallecido días atrás volvió al convento desde el purgatorio y dejó su huella. En su aparición la religiosa exclamó que lo que había ocurrido fue un prodigio ordenado por Dios «para enseñanza y enmienda de todos».
Que padezcan los malos, dirá alguno, es justo; ¿pero los buenos? Los buenos nacen culpables; con las cruces se purifican más y más y aumentan el número de sus coronas; sin las cruces se volverían malos, y no hallaríamos ya conformidad entre ellos y Jesucristo; los buenos sufren para obtener la conversión de los malos y para expiar sus pecados.
¿Se puede llevar «con gozo» la cruz? ¿No será masoquismo? En la sociedad en que vivimos, se nos enseña a tenerle «horror» a la cruz, a todo lo que huela a sufrimiento, a renuncia. Se hace propaganda de los mejores colchones para dormir plácidamente. De la mejor almohada. De los zapatos más suaves. Vivimos en una sociedad hedonista que busca el placer a cualquier costo. Se le tiene «horror» a la cruz, al sufrimiento, a la renuncia.