El amigo del novio
(Juan 3, 22-30) Vosotros mismos me sois testigos de que yo he dicho: «No soy yo el Mesías, sino que he sido enviado delante de Él»
(Juan 3, 22-30) Vosotros mismos me sois testigos de que yo he dicho: «No soy yo el Mesías, sino que he sido enviado delante de Él»
(Lucas 1, 57-66) Entonces la madre dijo: «No, su nombre ha de ser Juan». Le dijeron: «Pero nadie hay en tu parentela que lleve ese nombre». Preguntaron, pues, por señas, al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre»
(Lucas 1, 5-25) «Yo soy Gabriel, el que asisto a la vista de Dios; y he sido enviado para hablarte y traerte esta feliz nueva. He aquí que quedarás mudo, sin poder hablar hasta el día en que esto suceda, porque no creíste a mis palabras, que se cumplirán a su tiempo»
(Lucas 3, 10-18) «Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue»
(Mateo 11, 11-15) «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos padece fuerza, y los que usan la fuerza se apoderan de él»
(Lucas 7, 31-35) «Porque vino Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y vosotros decís: ‘Está endemoniado’»
(Lucas 1, 57-66. 80) Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los desiertos hasta el día de darse a conocer a Israel.
(Marcos 6, 17-29) «Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista»
(Marcos 1, 7-11) Y sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. Y al momento de salir del agua, vio entreabrirse los cielos, y al Espíritu que descendía sobre Él.
(Juan 1, 6-8. 19-28) «Yo, por mi parte, bautizo con agua; pero en medio de vosotros está uno que vosotros no conocéis, que viene después de mí, y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia».
(Juan 1, 6-8. 19-28) Le dijeron entonces: «¿Quién eres tú? para que demos una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?» Él dijo: «Yo soy la voz de uno que dama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».
(Marcos 1, 1-8) «Viene en pos de mí el que es más poderoso que yo, delante del cual yo no soy digno ni aun de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo».
(Lucas 7, 24-30) «Es aquel de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino”. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer»
(Mateo 11, 2-11) «[…] Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él»
(Lucas 3, 2b-3. 10-18) A su vez unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Les dijo: «No hagáis extorsión nadie, no denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga»
(Lucas 3, 1-6) «Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos; y toda carne verá la salvación de Dios»
El «más grande de entre los nacidos de mujer» murió mártir, víctima de la fe y de la misión que había desarrollado. La figura de Juan el Bautista nos habla de un hombre valiente que no tuvo falsas prudencias.
La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo.
Guido D’Arezzo, el inventor de la moderna notación musical, llamó a las notas musicales con un acróstico tomado de un