San Francisco Javier, Presbítero
(Marcos 16, 15-20) «Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado»
(Marcos 16, 15-20) «Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado»
(Lucas 10, 1-9) En toda casa donde entréis, decid primero: «Paz a esta casa». Y si hay allí un hijo de paz, reposará sobre él la paz vuestra; si no, volverá a vosotros.
Las tierras del lejano Oriente conocieron la figura de Cristo gracias al sobrehumano esfuerzo apostólico de San Francisco Javier. Su
(Mateo 10, 7-15) «Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad»
«Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñadlas a observar todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28, 19-20). ¿Cómo quedar inactivos ante el mandato supremo del Señor? Si las misiones están en el corazón de Jesucristo, para el cristianismo la obra misional constituye un asunto de honor. Salgamos pues a las calles a invitar a todos al banquete de los cielos.
Hace más de quinientos años que el nombre de Cristo fue pronunciado en América y cada vez que miro las selvas que aún quedan en nuestro país, pienso y medito, ¡qué grande fueron sus apóstoles! Ellos, sorteando toda suerte de dificultades, plantaron por primera vez la cruz en estas tierras.
El anuncio del evangelio requiere obreros que realicen el mandato de nuestro Señor Jesucristo: «Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
«Cuéntame la historia de ese Dios». Estos son los frutos de evangelización de un misionero en el Tíbet; su nombre es Federico Juan Highton, un sacerdote argentino que desarrolla su labor evangelizadora en la meseta tibetana, territorio donde hay miles de aldeas que nunca han escuchado hablar de Jesús pero que al ver un crucifijo o escuchar el Evangelio por primera vez, quieren saber más «de ese Dios».
Una mera bendición sacerdotal, aun en tierras paganas de idolatría y satanismo, destruye las obras de los demonios, que huyen espantados como quien huye del fuego. Este es el Testimonio del Padre Federico, Misionero en el Malawi, sobre la bendición sacerdotal en tierras paganas de idolatría y satanismo, que destruye las obras de los demonios.
Incontables e impresionantes son los testimonios de cada misionero; familias enteras que se bautizan, hermanos que vuelven a la fe verdadera.
Una historia de misiones, de aquellas que impresionan a los niños.
«Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación» es el mandato supremo del Señor a todos los bautizados. Todos estamos llamados a ser misioneros, cada uno según su situación, talentos y posibilidades. Y no necesitamos viajar para participar en una misión. Consideremos que santa Teresita, santa patrona de los misioneros, ¡nunca salió de su convento!