San Policarpo, Obispo y Mártir
(Juan 15, 18-21) «No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra»
(Juan 15, 18-21) «No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra»
(Lucas 10, 1-9) «El reino de Dios está llegando a vosotros»
(Mateo 5, 13-16) «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? Para nada vale ya, sino para que, tirada fuera, la pisen los hombres»
(Lucas 1, 57-66. 80) Y el niño crecía y se fortalecía en espíritu, y habitó en los desiertos hasta el día de darse a conocer a Israel.
(Marcos 16, 15-20) «Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado»
(Mateo 10, 17-22) «Porque no sois vosotros los que habláis, sino que el Espíritu de vuestro Padre es quien, habla en vosotros»
(Mateo 10, 17-22) «Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará»
(Juan 17, 1b. 20-26) «Que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste»
La sangre de Juan el Bautista selló su testimonio en favor de Jesús: con su misma muerte completó su misión de precursor. Y así recibió el mayor elogio de Nuestro Señor Jesucristo: «Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay profeta mayor que Juan»
(Juan 1, 45-51) «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel»
(Juan 15, 12-16) «Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.»
(Juan 12, 24-26) «El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre»
(Mateo 20, 20-28) «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado»
(Mateo 9, 18-26 ) «Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida»
El testimonio del pequeño mártir cristero, San José Sánchez del Río, es el claro ejemplo de un alma pura quien no dudó ningún instante en ofrecer su vida en defensa de la fe. En una carta dirigida a su madre él le manifiesta: «voy a morir, pero nada importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios».
Patriota y estadista ecuatoriano, nacido en Guayaquil el 24 de diciembre de 1821 y asesinado en Quito el 6 de agosto de 1875.
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