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San Policarpo, Obispo y Mártir

(Juan 15, 18-21) «No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra»

Evangelio según san Juan 15, 18-21

“Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del mundo –porque Yo os he entresacado del mundo– el mundo os odia. Acordaos de esta palabra que os dije: No es el siervo más grande que su Señor. Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros; si observaron mi palabra, observarán también la vuestra. Pero os harán todo esto a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.


Memoria de San Policarpo, Obispo y Mártir

Martirologio Romano: Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los tiempos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y dejado participar del cáliz de Cristo.

Es uno de los Padres Apostólicos. Los paganos lo consideraban “Padre de los cristianos y Doctor de Asia”; san Jerónimo lo llamará “Príncipe de Asía”. Discípulo de san Juan Evangelista y de “aquellos que habían visto al Señor”, fue nombrado obispo de Esmirna, en el 96 por el propio san Juan.

Policarpo nacido de padres cristianos fue bautizado inmediatamente, que, según san Ireneo, en su predicación, procuraba recordar constantemente las enseñanzas del apóstol Juan y de los demás testigos oculares de la vida de Cristo. Junto con su amigo san Ignacio de Antioquía fue el anillo de unión entre los Apóstoles y la sucesiva generación de cristianos de Asia Menor y la Galia, por su discípulo san Ireneo de Lyon.

En el 155, al ser nombrado papa san Aniceto, marchó a Roma para consultarle sobre liturgia, especialmente en el día de la Pascua. Y el Papa le hizo presidir una celebración eucarística. Aunque no se pusieron de acuerdo con la fecha, hubo entendimiento entre ellos. Luchó contra el hereje Marción y los gnósticos. En una carta a los cristianos de Filipos, les recomendó obediencia, y a los sacerdotes misericordia. 

Antes de morir dijo: “Dios de los ángeles, os doy gracias. Es un honor para mi acercar mis labios al cáliz que bebió Jesucristo, vuestro Hijo… Sé siempre bendito, oh Señor, que tu nombre adorable sea glorificado por los siglos”. Le remataron con una puñalada en el corazón. 

Los cristianos recogieron sus restos y resolvieron celebrar su “dies natalis” de su martirio. Este es el documento más antiguo que se certifica el culto que los cristianos tributaban a los mártires. 

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