Jesús es mayor que todo
(Marcos 1, 7-11) Se oyó entonces una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias»
(Marcos 1, 7-11) Se oyó entonces una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias»
(Mateo 21, 23-27) «Yo también quiero preguntaron una cosa; si vosotros me la decís, Yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿de dónde era? ¿Del cielo o de los hombres?»
(Lucas 18, 9-14) «[…] porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido»
(Lucas 16, 19-31) «[…] Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso, ni aunque resucite un muerto’»
(Lucas 14, 1.7-14) «[…] Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido»
La humildad causa en la persona el conocimiento verdadero de sí mismo ante los hombres. En efecto, por ella, dice el Doctor, podemos «pensar que los demás poseen mayor bondad que nosotros, o que nosotros tenemos más defectos, y humillarnos ante ellos»
(Mateo 16, 21-27) «¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!»
(Mateo 11, 25-30) La infancia espiritual consiste en que Dios ha querido mostrar los secretos de su reino a aquellos hijos que confían en él.
El Cardenal Merry del Val acostumbraba rezar estas Letanías, compuestas por él, diariamente después de celebrar la Santa Misa.