El ayuno aliviana al hombre
(Mateo 9, 14-15) «¿Pueden los hijos del esposo afligirse mientras el esposo está con ellos? Pero vendrán días en que el esposo le será quitado, y entonces ayunarán»
(Mateo 9, 14-15) «¿Pueden los hijos del esposo afligirse mientras el esposo está con ellos? Pero vendrán días en que el esposo le será quitado, y entonces ayunarán»
(Marcos 2, 18-22) «¿Pueden acaso ayunar los compañeros del esposo mientras el esposo está con ellos? […]»
(Lucas 5, 33-39) «¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán»
Cuando ayunamos sentimos hambre, y al sentirla recordaremos por qué estamos ayunando. Y si tomamos en serio nuestra fe, no nos será difícil entonces dirigir la atención hacia Dios.
Que estos días de la Santa Cuaresma sean para nosotros días de propiciación y así nos encontremos algo más dignos para celebrar con Nuestro Señor Jesucristo la gloriosa Pascua de Resurrección.
Prestos a celebrar la Cuaresma, la Iglesia nos propone meditar en nuestros pecados y arrepentirnos de corazón, nos invita alcanzar la conversión por medio de la oración, el ayuno y la mortificación.
Tres cosas pertenecen principalmente a las acciones religiosas: la oración, el ayuno y la limosna, que se han de realizar en todo tiempo, pero especialmente en el tiempo consagrado por las tradiciones apostólicas [adviento y cuaresma]
Quienes ya se abstienen de comer carne los viernes, observando el mandamiento de la Iglesia, ahora tienen un sacrificio más que ofrecer a Dios, de de estación a estación. Conocé en qué consiste esta piadosa práctica litúrgica, hoy olvidada pero nunca abolida.
Viernes penitencial para meditar en el Sacratísimo Corazón de Jesús. Cada cristiano puede, desde su estado de vida, reparar las ofensas cometidas contra el Sagrado Corazón de Jesús.
Es necesario mortificar la carne para elevar el espíritu. «El ayuno consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche. Salvo caso de enfermedad» (CIC, 1252).
Miércoles de Ceniza, día de ayuno y abstinencia. ¿Qué bien nos puede producir el ayuno cristiano?
«¿De qué te sirve no comer carne si devoras a tu hermano?», decía San Juan Crisóstomo, no como «licencia» para evadir la abstinencia y seguir nuestras pasiones, sino para recordarnos la coherencia del ayuno con nuestras acciones.
Un buen ayuno eucarístico es señal de que respetamos a Nuestro Señor Jesucristo y deseamos recibirlo por ser el más importante alimento de nuestra vida. Supone también una exigencia moral que pone de relieve la obligación de recibirlo dignamente: Es necesario que entendamos qué es lo que vamos a recibir y meditar si estamos en gracia de Dios como para acercarnos de modo digno al Señor y recibirle de forma tan íntima.
Con la imposición de la ceniza se inicia el tiempo de Cuaresma, tiempo litúrgico de cuarenta días, durante el cual los católicos se preparan para la mayor de las alegrías del cristiano, la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es un tiempo de conversión, donde el morado penitencial adorna las Iglesias del mundo y los cantos penitenciales acompañan los sacrificios y ayunos de los católicos del mundo.
¿Que los cristianos han hecho poco caso de los ayunos y penitencias? Muy por el contrario. Eso de menospreciar los ayunos y penitencias es cosa muy de nuestros tiempos. Los primeros cristianos hicieron siempre el esfuerzo de revivir en su existencia cotidiana la Pasión de Cristo como modelo ético permanente. ¿Y tú?