Por Pedro Kwasniewski
Traducido y Editado por Formacioncatolica.org

Los dominicos que promovieron esta devoción, y los Papas que más tarde la elogiaron, han recomendado durante mucho tiempo la práctica de meditar en los misterios de Cristo y Su Madre mientras «rezamos nuestro rosario», y es en esta capa más profunda donde encontraremos, con paciencia y persistencia, los mayores tesoros. 

Solemos atemorizarnos con la palabra «meditación» y más aún con la palabra «contemplación», como si sólo debieran mencionarse en relación con héroes de la ascesis y la mística, o por lo menos, monjes y monjas alejados de las distracciones y exigencias de la vida ordinaria. Pero una mirada a las palabras nos asegurará que lo que significan está a nuestro alcance. 

El verbo meditari simplemente significa considerar, ponderar, reflexionar. El verbo contemplare significa mirar atentamente o con entusiasmo, y luego se usó para describir la observación cuidadosa del cielo y las estrellas. El que contempla «reflexiona sobre los cielos». Cuando meditamos los Misterios del Rosario, entrenamos nuestra mente en momentos de especial prominencia en la vida de Cristo y su Madre, quienes a su vez nos forman a su imagen.

Al igual que dar vueltas a una hermosa gema entre los dedos, mirarla desde todos los ángulos para ver cómo la luz juega con sus facetas, así es meditar en escenas del Evangelio y eventos marianos mientras pronunciamos oraciones cortas: estas escenas y eventos se vuelven más lleno de luz, más transparente para nosotros. Los misterios cristianos recogidos en el Rosario son manantiales de sabiduría, incitación a las buenas obras, consuelo en la aflicción, redoblamiento de la alegría, purificación de la mente, escalera al trono de Dios. El propósito del Rosario es hacer contemplativos a todos los cristianos, en la medida en que nuestro estado de vida lo permita y mientras perseveremos en la oración.

Así como nunca es prudente ni caritativo juzgar a una persona por su apariencia externa sin tener algún conocimiento del estado de su alma, así no debemos caer en el mismo error con el Rosario. También tiene un cuerpo que los sentidos notan fácilmente y un alma que debe ser descubierta y explorada por la mente y el corazón. Las cuentas en nuestras manos, las oraciones vocales en nuestros labios, son el «cuerpo» del Rosario; pero la oración mental y la meditación de los misterios Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y Luminosos, son el «alma» del Rosario. 

Las oraciones del Rosario pueden paralizarse, pueden parecer sin vida, si se pronuncian mecánicamente y se separan de su propósito final. 

Así como un cuerpo está sin vida sin que el alma actúe en él, así también, las oraciones del Rosario pueden paralizarse, pueden parecer sin vida, si se pronuncian mecánicamente y se separan de su propósito final. Precisamente por eso, algunos que empiezan a rezar el Rosario se desaniman y se dan por vencidos, mientras que otros que lo han rezado mucho tiempo ya no recogen tanto fruto como deberían. Si el riesgo de la recitación mecánica se cierne sobre el principiante o amenaza al devoto de toda la vida, debe hacer algo al respecto en lugar de darse por vencido o permanecer en la rutina. 

Hay varios métodos para la meditación del Santo Rosario en familia y con los niños que se pueden recomendar. En primer lugar, uno puede tomar una de las muchas versiones del «Rosario de las Escrituras», mediante el cual se eligen versículos de la Sagrada Escritura y se meditan antes de la recitación de las oraciones. Debido a que la Biblia es un depósito de la verdad que abrazamos, la ley por la que vivimos y la esperanza que atesoramos, debemos esforzarnos por hacerla una parte intrínseca de nuestra oración diaria. El Rosario Bíblico puede ser una excelente manera de hacerlo.

Podemos preparar un ambiente más adecuado para rezar el Santo Rosario

En segundo lugar, se podría utilizar un libro o folleto que presente imágenes de los misterios junto con meditaciones de las decenas. Aquellos que encuentren el estilo de los íconos bizantinos más propicios para la oración pueden armar su propio conjunto de imágenes del Rosario. Especialmente para los niños pequeños, puede ser útil tener algo a mano para mirar y absorberse durante el rezo del Rosario. (Realmente, cualquier libro de buen arte religioso servirá, pero es bueno si se puede relacionar de alguna manera con los misterios que se rezan).

Tercero, podemos preparar un ambiente más adecuado para rezar el Santo Rosario. Bajar las luces y encender velas junto a una imagen de Nuestro Señor o Nuestra Señora crea una atmósfera que fomenta la meditación. A veces puede ser apropiado cantar un canto o una canción breve antes y después, o entre misterios, para traer la cualidad elevadora de la música. Podemos hacer hincapié en arrodillarnos para los Misterios Dolorosos si no estamos ya acostumbrados a arrodillarnos, ya que esto nos recordará más seguramente a la Pasión.

Estas son solo algunas sugerencias, no necesariamente para usarse todas a la vez, sino simplemente si son útiles y cuando lo sean.

El objetivo del Rosario es elevar nuestras almas a Dios a través de la contemplación de los más grandes misterios de la fe. Cuando se considera así el Rosario a la luz de su contenido eterno e infinito, no es de extrañarnos que los Santos lo hayan alabado tan profusamente, asegurándonos Sor Lucía de Fátima que, después del Santo Sacrificio de la Misa, la oración más agradable para Dios es el «Salterio de la Virgen». 

Con tales consideraciones ante nosotros, debería quedar claro por qué esta oración de 700 años, a través de la cual se profundiza nuestro conocimiento y amor por la Escritura y la Tradición, debe ser de importancia central para el católico que se toma en serio su fe. 

Es importante adentrar a los más pequeños en esta devoción con el fin de ellos también pueden rezar el Santo Rosario con espíritu de piedad.