Estén alertas, para que aquel día no los sorprenda
(Lucas 21, 34-36) «Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre»
(Lucas 21, 34-36) «Velad, pues, y no ceséis de rogar para que podáis escapar a todas estas cosas que han de suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre»
(Mateo 4, 18-22) «Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron»
(Lucas 21, 25-28. 34-36) «Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso, como una red […]»
(Lucas 21, 29-33) «En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»
(Lucas 21, 20-28) «Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria […]»
(Lucas 21, 10-19) «Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida»
(Lucas 21, 5-11) «Mirad que no os engañen; porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: “Yo soy; ya llegó el tiempo”. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os turbéis; esto ha de suceder primero, pero no es en seguida el fin»
Las Misas Gregorianas, una tradición nacida de San Gregorio Magno, consisten en 30 Misas consecutivas ofrecidas por un difunto para su liberación del Purgatorio. Basadas en el poder redentor del sacrificio eucarístico, son una devoción profundamente arraigada en la piedad católica, recordándonos nuestro deber de orar por las almas y la esperanza en la vida eterna.
(Lucas 21, 1-4) «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir»
(Mateo 25, 31-46) «Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron»
(Lucas 20, 27-40) «Los hijos de este siglo toman mujer, y las mujeres son dadas en matrimonio; mas los que hayan sido juzgados dignos de alcanzar el siglo aquel y la resurrección de entre los muertos, no tomarán mujer, y (las mujeres) no serán dadas en matrimonio, porque no pueden ya morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección[…]»
(Juan 18, 33-37) Díjole, pues, Pilato: «¿Conque Tú eres rey?» Contesto Jesús: «Tú lo dices: Yo soy rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
(Lucas 19, 45-48) «Está escrito: “Mi casa será una casa de oración”, y vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones»
(Mateo 25, 1-13) Mas a medianoche se oyó un grito: «¡He aquí al esposo! ¡Salid a su encuentro!» Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.
(Lucas 19, 41-44) Y cuando estuvo cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella. y dijo: «¡Ah si en este día conocieras también tú lo que sería para la paz! […]»
(Mateo 12, 46-50) «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»
(Lucas 19, 11-28) «Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades»
(Lucas 19, 1-10) «Zaqueo, desciende pronto, porque hoy es necesario que Yo me hospede en tu casa»
(Marcos 13, 24-32) «Pero en aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria»