La oración es el medio por el cual llega a Dios nuestros ruegos y clamores, es donde, como niños pequeños pedimos aquello que más necesitamos a nuestro Padre.
El mismo Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse (Lc 18,1).
Pidamos, entonces, siempre con confianza porque la oración ensancha nuestro corazón y nos predispone a pedir. No dudemos en pedir a Dios con insistencia.
