La oración es el medio por el cual llega a Dios nuestros ruegos y clamores, es donde, como niños pequeños pedimos aquello que más necesitamos a nuestro Padre.
El mismo Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse (Lc 18,1).
Pidamos, entonces, siempre con confianza porque la oración ensancha nuestro corazón y nos predispone a pedir. No dudemos en pedir a Dios con insistencia.
Si Dios ya lo sabe todo, ¿por qué pedir algo a Dios?
Nuestro Señor Jesucristo nos dio un claro de ejemplo de que nunca debemos de cansarnos de pedir a Dios aquello que necesitamos pues él, siendo hijo de Dios, rogaba frecuentemente al Padre.
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Padre Miguel Martinez
Sacerdote de la Diócesis de Ciudad del Este. Estudios en Filosofía e intereses en Liturgia y Sagradas Escrituras.
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