Santa María Reina
(Lucas 1, 26-38) «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra»
(Lucas 1, 26-38) «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra»
(Mateo 20, 1-16) «¿Por qué estáis allí todo el día sin hacer nada?»
(Mateo 19, 16-22) «¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos»
(Mateo 19, 13-15) «Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos»
(Mateo 18, 21—19, 1) Entonces arrojándose a sus pies el siervo, postrado, le decía: «Ten paciencia conmigo, y te pagaré todo» Movido a compasión el amo de este siervo, lo dejó ir y le perdonó la deuda.
(Lucas 1, 39-56) «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?»
(Mateo 18, 15-20) «pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos»
(Juan 15, 12-16) «Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.»
(Mateo 17, 22-27) «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; y lo harán morir, y al tercer día resucitará»
(Mateo 17, 14-20) «Por vuestra falta de fe. Porque en verdad os digo: Que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “Pásate de aquí, allá”, y se pasaría, y no habría para vosotros cosa imposible»
(Juan 12, 24-26) «El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre»
(Mateo 16, 24-28) «Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey»
(Juan 6, 41-51) «Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del mundo»
(Mateo 16, 13-23) Díjoles: «Y según vosotros, ¿Quién soy Yo?» Respondiole Simón Pedro y dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo»
(Lucas 9,57-62) «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios»
(Mateo 15, 21-28) «No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos»
(Mateo 14, 22-36) Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
(Marcos 9, 2-10) Sus vestidos se pusieron resplandecientes y de tal blancura; que no hay batanero sobre esta tierra, capaz de blanquearlos así. Y se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús.
El valor de los escritos de Newman permanece relevante, particularmente sus “Sermones parroquiales”. En «El valor de los sentimientos en la vida cristiana» (1831), advierte sobre el emotivismo, instando a fundamentar la vida espiritual en principios sólidos.