Evangelio según san Lucas 19, 19-31
A él también le dijo: «Y tú sé gobernador de cinco ciudades». Mas el otro vino diciendo: «Señor, aquí tienes tu mina, que tuve escondida en un pañuelo. Pues te tenía miedo, porque tú eres un hombre duro; sacas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste». Replicóle: «Por tu propia boca te condeno, siervo malvado. ¿Pensabas que soy hombre duro, que saco lo que no puse, y siego lo que no sembré? Y entonces por que no diste el dinero mío al banco? (Así al menos) a mi regreso lo hubiera yo recobrado con réditos». Y dijo a los que estaban allí: «Quitadle la mina, y dádsela al que tiene diez». Dijéronle: «Señor, tiene diez minas». «Os digo: a todo el que tiene, se le dará; y al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado. En cuanto a mis enemigos, los que no han querido que yo reinase sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia».
Después de haber dicho esto, marchó al frente subiendo a Jerusalén. Y cuando se acercó a Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de su discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente. Al entrar en ella, encontraréis un burrito atado sobre el cual nadie ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: «¿Por qué lo desatáis?», diréis así: «El Señor lo necesita».