Los efectos del pecado
(Mateo 13, 10-17) «[…] Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 13, 10-17) «[…] Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 10, 7-15) Recibisteis gratuitamente, dad gratuitamente. No tengáis ni oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero es acreedor a su sustento.
(Mateo 5, 20-26) «Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos»
(Marcos 10, 17-27) «Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme»
(Mateo 25, 31-46) «Entonces el rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis; estaba preso, y vinisteis a verme”»
(Mateo 25, 14-30) «Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho allí donde no sembré y recojo allí donde nada eché. Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y a mi regreso yo lo habría recobrado con sus réditos. (…) Porque a todo aquel que tiene, se le dará, y tendrá sobreabundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado».
(Mateo 25, 1-13) «Llegó el esposo; y las que estaban prontas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras vírgenes y dijeron: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él respondió y dijo: “En verdad, os digo, no os conozco”. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”.».
(Mateo 16, 13-19) «Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo»
(Mateo 22, 1-14) «Las bodas están preparadas, mas los convidados no eran dignos. Id, pues, a las encrucijadas de los caminos, y a todos cuantos halléis, invitadlos a las bodas”. Salieron aquellos siervos a los caminos, y reunieron a todos cuantos hallaron, malos y buenos, y la sala de las bodas quedó llena de convidados».
(Mateo 20, 1-16) «[…]¿has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos»
(Mateo 20, 1-16) «El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña».
(Mateo 18, 21-35) Arrojándose a sus pies el siervo, postrado, le decía: «Ten paciencia conmigo, y te pagaré todo». Movido a compasión el amo de este siervo, lo dejó ir y le perdonó la deuda.
(Mateo 19, 23-30) «[…] Y todo el que dejare casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o mujer, o hijos, o campos por causa de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna»
(Mateo 18, 1-5. 10. 12-14) «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo»
(Mateo 13, 31-35) «Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo»
(Mateo 13, 44-52) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
(Mateo 13, 44-52) Jesús dijo a sus discípulos: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo».
(Mateo 13, 24-30) «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó».
(Mateo 11, 25-30) «Por aquel tiempo Jesús dio una respuesta, diciendo: «Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque encubres estas cosas a los sabios y a los prudentes, y las revelas a los pequeños».
(Mateo 5, 20-26) «Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos»