Jesús, piedra angular
(Marcos 12, 1-12) Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Venid, matémoslo, y la herencia será nuestra»
(Marcos 12, 1-12) Pero aquellos viñadores se dijeron unos a otros: «Éste es el heredero. Venid, matémoslo, y la herencia será nuestra»
(Lucas 18, 9-14) El publicano, por su parte, quedándose a la distancia, no osaba ni aún levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, compadécete de mí, el pecador»
(Marcos 7, 14-23) «Lo que procede del hombre, eso es lo que mancha al hombre».
(Marcos 4, 26-34) «Es como el grano de mostaza, el cual, cuando es sembrado en tierra, es la menor de todas las semillas de la tierra. Con todo, una vez sembrado, sube y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de modo que los pájaros del cielo pueden anidar bajo su sombra»
(Marcos 4, 1-20) «A vosotros es dado el misterio del reino de Dios; en cuanto a los de afuera, todo les llega en parábolas, para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone»
(Lucas 19, 11-28) «Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades»
(Lucas 18, 1-8) «¿Y Dios no habrá de vengar a sus elegidos, que claman a Él día y noche, y se mostraría tardío con respecto a ellos?»
(Lucas 15, 1-10) «Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente»
(Lucas 14, 1a. 15-24) «Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete»
(Lucas 11, 5-13) «Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?»
(Lucas 10, 25-37) «Has contestado bien; si haces eso, vivirás»
(Mateo 21, 33-46) «Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los viñadores para recibir los frutos suyos. Pero los viñadores agarraron a los siervos, apalearon a éste, mataron a aquél, lapidaron a otro. Entonces envió otros siervos en mayor número que los primeros; y los trataron de la misma manera».
(Mateo 20, 1-16) «[…]¿has de ser tú envidioso, porque yo soy bueno?”. Así los últimos serán primeros, y los primeros, últimos»
(Mateo 20, 1-16) «El reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña. Habiendo convenido con los obreros en un denario por día, los envió a su viña».
(Lucas 6, 39-42) «¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo?»
(Lucas 5, 33-39) «¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán»
(Mateo 13, 24-30) «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo»
(Mateo 13, 1-9) «[…]Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga»
(Mateo 18, 21-35) «Mal siervo, yo te perdoné toda aquella deuda como me suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, puesto que yo me compadecí de ti?»
(Mateo 18, 12-14) «Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió?»
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