Dios envía a otros para exigirnos santidad, a Israel envió los profetas, a nosotros los santos y predicadores. Ellos nos invitan a la santidad y la conversión y nos llaman a dar los frutos de la viña.
Dios planta en nosotros la semilla de la gracias y nos envía de diversos modos siervos suyo para pedirnos frutos. Y a esta viña el Señor le puso un cerco, que son los mandamientos; un lagar, que son la vida espiritual, la oración, los sacramentos y el ejercicio de las virtudes; y una torre, que es la Iglesia con sus pastores, desde la cual somos vigilados para que el enemigo no entre, y así, un día él vendrá a pedir los frutos de esta viña.
Domingo XXVII – Durante el año
Evangelio según san Mateo 21, 33-46
Los viñadores malvados
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”. Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?»
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo».
Jesús agregó:
«¿No han leído nunca en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos”?
El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquel sobre quien ella caiga será aplastado.
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
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