El rico Epulón y Lázaro
(Lucas 16,19-31) «Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. Y un mendigo, llamado Lázaro, tendido a su puerta, cubierto de úlceras»
(Lucas 16,19-31) «Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y banqueteaba cada día espléndidamente. Y un mendigo, llamado Lázaro, tendido a su puerta, cubierto de úlceras»
(Lucas 16, 1-13) El fiel en lo muy poco, también en lo mucho es fiel; y quien en lo muy poco es injusto, también en lo mucho es injusto.
(Lucas 3, 2b-3. 10-18) A su vez unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Les dijo: «No hagáis extorsión nadie, no denunciéis falsamente a nadie, y contentaos con vuestra paga»
(Lucas 3, 1-6) «Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo valle ha de rellenarse, y toda montaña y colina ha de rebajarse; los caminos tortuosos han de hacerse rectos, y los escabrosos, llanos; y toda carne verá la salvación de Dios»
(Lucas 21, 25-28. 34-36) «Mirad por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones se carguen de glotonería y embriaguez, y con cuidados de esta vida, y que ese día no caiga sobre vosotros de improviso, como una red […]»
(Juan 18, 33-37) Díjole, pues, Pilato: «¿Conque Tú eres rey?» Contesto Jesús: «Tú lo dices: Yo soy rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».
(Marcos 13,24-32) «[…] Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo»
(Marcos 12, 38-44) «En verdad, os digo, esta pobre viuda ha echado más que todos los que echaron en el arca»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Marcos 10, 46-52 ) Jesús le dijo: «¿Qué deseas que te haga?» El ciego le respondio: «¡Rabbuni, que yo vea!» Jesús le dijo: «¡Anda! tu fe te ha sanado»
(Marcos 10, 35-45) Pero Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o recibir el bautismo que Yo he de recibir?»
(Juan 6, 41-51) «Yo soy el pan, el vivo, el que bajó del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre, y por lo tanto el pan que Yo daré es la carne mía para la vida del mundo»
(Juan 6, 24-35) Le dijeron: «Señor, danos siempre este pan». Respondióles Jesús: «Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed»
(Juan 6, 1-15) Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Pedro, le dijo: «Hay aquí un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto para tanta gente?»
(Marcos 6, 30-34) Nuevamente reunidos con Jesús, le refirieron los apóstoles todo cuanto habían hecho y enseñado. Entonces les dijo: «Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, para que descanséis un poco». Porque muchos eran los que venían e iban, y ellos no tenían siquiera tiempo para comer.
(Marcos 6, 9-13) Entonces, llamando a los doce, comenzó a enviarlos, de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos, y les ordenó que no llevasen nada para el camino, sino sólo un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en el cinto, sino que fuesen calzados de sandalias, y no se pusieran dos túnicas.
(Marcos 6, 1-6) Y no pudo hacer allí ningún milagro; solamente puso las manos sobre unos pocos enfermos, y los sanó. Y se quedó asombrado de la falta de fe de ellos. Y recorrió las aldeas a la redonda, enseñando.
(Marcos 5, 21-43) En el acto Jesús, conociendo en sí mismo que una virtud había salido de Él, se volvió entre la turba y dijo: «¿Quién ha tocado mis vestidos?». Respondiéronle sus discípulos: «Bien ves que la turba te oprime, y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
(Marcos 4, 35-41) Lo despertaron diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?». Entonces Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla; sosiégate!» Y se apaciguó el viento y fué hecha gran bonanza. Después les dijo: «¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?»
(Marcos 4, 26-34) «Sucede con el reino de Dios lo que sucede cuando un hombre arroja la simiente en tierra. Ya sea que duerma o esté despierto, de noche, y de días la simiente germina y crece, y él no sabe como. Por sí misma la tierra produce primero el tallo, después la espiga, y luego el grano lleno en la espiga. Y cuando el fruto está maduro, echa pronto la hoz, porque la mies está a punto»
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