(Marcos 9, 2-10) Vino, entonces, una nube que los cubrió con su sombra, y de la nube una voz se hizo oír: «Éste es mi Hijo, el Amado. ¡Escuchadlo!»
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(Mateo 16, 13-19) «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella [...
(Marcos 1, 12-15) «El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio»
(Marcos 1, 40-45) Vino a Él un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, sé sano».
(Marcos 1, 29-39) Respondióles: «Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí» Y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios.
(Marcos 1, 21-28) «¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios». Mas Jesús lo increpó diciendo: «¡Cállate y sal de él!»
(Marcos 1, 14-20) Díjoles Jesús: «Venid, seguidme, y Yo os haré pescadores de hombres». Y en seguida, dejando sus redes, lo siguieron.
(Juan 1, 35-42) Le dijeron: «Rabí, –que se traduce: Maestro–, ¿dónde moras?» Él les dijo: «Venid y veréis». Fueron entonces y vieron dónde moraba, y se quedaron con Él ese día.
(Marcos 1, 7-11) Y sucedió que en aquellos días Jesús vino de Nazaret de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. Y al momento de salir del agua, vió entreabrirse los cielos, y al Espíritu que, en forma de paloma, descendía sobre Él. Y...
(Lucas 2, 22-40) Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está escrito en la Ley de Moisés: «Todo varón primer nacido será llamado santo para el...
«Dios vino al mundo por medio de María, y por medio de María debemos ir a Él» nos enseña San Luis María Grignion de Montfort, es ella, quien intercede por el género humano para que no se pierda y alcance la gloria de su hijo Jesucristo.
El memorial de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo se da en cada celebración Eucarística. Es la renovación incruenta del sacrificio de la cruz presente en el altar. Pero, ¿Cómo nos preparamos para celebrar este misterio?
Jesucristo vino, viene y vendrá. En cada sagrada comunión Cristo viene a nosotros con su cuerpo, alma y divinidad y está en cada tabernaculo del mundo entero y algun día, vendrá a juzgar a los vivos y los muertos.
El reinado de Jesucristo debe restaurarse en los todos ámbitos de la sociedad. Él vendrá en el último día como justo juez a juzgar a vivos y muertos.
(Marcos 1, 1-8) «Viene en pos de mí el que es más poderoso que yo, delante del cual yo no soy digno ni aun de inclinarme para desatar la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo».
(Mateo 4, 18-22) «Jesús les dijo: "Síganme y los haré pescadores de hombres". Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron»
(Marcos 13, 33-37) «Estén prevenidos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Y esto que les digo a...
Los sacramentos hacen posible que llegue hasta nosotros la vida y la salvación que Cristo trajo, hace 200 años, con su muerte y resurrección.