San José, esposo de la Virgen María
(Lucas 2, 41-51) «Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia»
(Lucas 2, 41-51) «Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia»
(Juan 12, 20-33) «Si alguno me quiere servir, sígame, y allí donde Yo estaré, mi servidor estará también; si alguno me sirve, el Padre lo honrará»
(Juan 7, 40-53) «Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?»
(Juan 3, 14-21) «Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado. Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna»
(Juan 2, 13-25) «Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre un mercado»
(Mateo 16, 13-19) «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella […]»
(Marcos 1, 12-15) «El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio»
(Marcos 1, 40-45) Vino a Jesús un leproso, le suplicó y arrodillándose, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme». Entonces, Jesús, movido a compasión, alargó la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, sé sano».
(Marcos 7, 31-37) Y en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos»
(Marcos 6, 53-56) «Apenas salieron de la barca, lo conocieron, y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugars donde oían que Él estaba»
(Marcos 1, 29-39) «Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí»
(Marcos 1, 29-39) Cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te buscan». Respondióles: «Vamos a otra parte, a las aldeas vecinas, para que predique allí también. Porque a eso salí». Y anduvo predicando en sus sinagogas, por toda la Galilea y expulsando a los demonios.
(Lucas 2, 22-40) «Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor, según está escrito en la Ley de Moisés».
(Marcos 6, 1-6) «No hay profeta sin honor sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa»
(Marcos 5, 21-43) «¿Por qué este tumulto y estas lamentaciones? La niña no ha muerto, sino que duerme»
(Marcos 1, 21-28) «¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios»
(Marcos 4, 35-41) Entonces Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla; sosiégate!» Y se apaciguó el viento y fué hecha gran bonanza. Después les dijo: «¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?»
(Marcos 1, 21-28) «Se encontraba en las sinagogas de ellos un hombre poseído por un espíritu inmundo, el cual gritó: “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Te conozco quién eres: El Santo de Dios”».
(Marcos 4, 21-25) «¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga»
(Marcos 4, 1-20) «A vosotros es dado el misterio del reino de Dios; en cuanto a los de afuera, todo les llega en parábolas, para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone»
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