Cristo no resolverá tus problemas
(Mateo 8, 18-22) Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza»
(Mateo 8, 18-22) Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza»
(Mateo 8,1-4) Y he aquí que un leproso se aproximó, se prosternó delante de Él y le dijo: «Señor, si Tú quieres, puedes limpiarme». Y Él, tendiéndole su mano, lo tocó y le dijo: «Quiero, queda limpio», y al punto fue sanado de su lepra.
(Mateo 7, 6. 12-14) «Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él. Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran»
(Juan 16, 29-33) «[…] Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo»
(Lucas 24, 46-53) «[…] Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto»
(Juan 15, 1-8) «[…] Si vosotros permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vosotros, todo lo que queráis, pedidlo, y lo tendréis: En esto es glorificada mi Padre: que llevéis mucho fruto, y seréis discípulos míos»
(Juan 14, 1-6) «No se turbe vuestro corazón: creed en Dios, creed también en Mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; y si no, os lo habría dicho, puesto que voy a preparar lugar para vosotros[…]»
(Juan 10, 22-30) «Ya se lo he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas[…]»
(Juan 6, 52-59) «Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente»
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, celebrada por la Iglesia el Domingo de Ramos, ocupa un lugar central en el relato de la Pasión del Señor. Este acontecimiento no solo inaugura la Semana Santa, sino que expresa con gran claridad la identidad de Cristo y la naturaleza de su misión.
(Juan 11, 45-57) «Vosotros no entendéis nada, y no discurrís que os es preferible que un solo hombre muera por todo el pueblo, antes que todo el pueblo perezca»
(Juan 8, 51-59) Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre»
(Juan 8, 12-20) Jesús les respondió: «Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vengo y adónde voy».
(Juan 7, 40-53) «Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?»
(Juan 5, 31-47) El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante, ni tampoco tenéis su palabra morando en vosotros, puesto que no creéis a quien Él envió.
(Lucas 2, 41-51) «Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia»
(Lucas 6, 39-45) «Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto»
(Marcos 9, 41-50) «Si tu mano te hace pecar, córtala. Mejor te es entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible»
(Marcos 9, 2-13) Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»
(Mateo 16, 13-19) «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella […]»