Preparación para la comunión
(Juan 6, 52-59) «Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente»
(Juan 6, 52-59) «Este es el pan bajado del cielo, no como aquel que comieron los padres, los cuales murieron. El que come este pan vivirá eternamente»
La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, celebrada por la Iglesia el Domingo de Ramos, ocupa un lugar central en el relato de la Pasión del Señor. Este acontecimiento no solo inaugura la Semana Santa, sino que expresa con gran claridad la identidad de Cristo y la naturaleza de su misión.
(Juan 11, 45-57) «Vosotros no entendéis nada, y no discurrís que os es preferible que un solo hombre muera por todo el pueblo, antes que todo el pueblo perezca»
(Juan 8, 51-59) Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre»
(Juan 8, 12-20) Jesús les respondió: «Aunque Yo doy testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde vengo y adónde voy».
(Juan 7, 40-53) «Por ventura ¿de Galilea ha de venir el Cristo? ¿No ha dicho la Escritura que el Cristo ha de venir del linaje de David, y de Belén, la aldea de David?»
(Juan 5, 31-47) El Padre que me envió, dio testimonio de Mí. Y vosotros ni habéis jamás oído su voz, ni visto su semblante, ni tampoco tenéis su palabra morando en vosotros, puesto que no creéis a quien Él envió.
(Lucas 2, 41-51) «Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia»
(Lucas 6, 39-45) «Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto»
(Marcos 9, 41-50) «Si tu mano te hace pecar, córtala. Mejor te es entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible»
(Marcos 9, 2-13) Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»
(Mateo 16, 13-19) «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella […]»
(Marcos 8, 22-26) «Veo a la gente, como si fueran árboles que caminan»
(Lucas 6, 17. 20-26) «[…] ¡Ay cuando digan bien de vosotros todos los hombres! porque lo mismo hicieron sus padres con los falsos profetas»
(Marcos 7, 31-37) Y en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo hizo bien: hace oír a los sordos, y hablar a los mudos»
(Marcos 6, 53-56) «Apenas salieron de la barca, lo conocieron, y recorrieron toda esa región; y empezaron a transportar en camillas los enfermos a los lugars donde oían que Él estaba»
(Lucas 5, 1-11) «Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes»
(Marcos 6, 1-6) «No hay profeta sin honor sino en su tierra, entre sus parientes y en su casa»
(Marcos 5, 21-43) «¿Por qué este tumulto y estas lamentaciones? La niña no ha muerto, sino que duerme»
(Marcos 4, 35-41) Entonces Él se levantó, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla; sosiégate!» Y se apaciguó el viento y fué hecha gran bonanza. Después les dijo: «¿Por qué sois tan miedosos? ¿Cómo es que no tenéis fe?»