El farol de la Cruz
(Juan 3, 14-21) «Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado. Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna»
(Juan 3, 14-21) «Y como Moisés, en el desierto, levantó la serpiente, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado. Para que todo el que cree tenga en Él vida eterna»
(Lucas 9, 22-25) «Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame»
(Lucas 14, 25-33) «Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío»
(Lucas 2, 33-35) «Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, […] Y a ti, una espada te atravesará el alma»
(Juan 3, 13-17) «En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna»
(Mateo 16, 21-27) «Entonces, dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere seguirme, renuncie a sí mismo, y lleve su cruz y siga tras de Mí. Porque el que quisiere salvar su alma, la perderá; y quien pierda su alma por mi causa, la hallará. Porque ¿De que sirve al hombre, si gana el mundo entero, mas pierde su alma?»
(Mateo 16, 24-28) «Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey»
(Mateo 10, 37-42) Jesús dijo a sus apóstoles: Quien ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí.
(Mateo 10, 37-42) «Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa»
(Marcos 10, 32-45) «El cáliz que Yo he de beber, lo beberéis; y el bautismo que Yo he de recibir lo recibiréis […]»
(Marcos 8, 34–9, 1) «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga»
(Mateo 11, 28-30) «Venid a Mí todos los agobiados y los cargados, y Yo os haré descansar»
«Yo te saludo, oh Cruz, sola esperanza: exaltada con triunfos tan gloriosos, acrecienta tu gracia a los piadosos y el perdón de su culpa al reo alcanza».
Santa Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz, el tres de mayo.
En la literatura espiritual sobre la cruz de Cristo, que es muy abundante –ya desde San Pablo o San Juan, pasando por los Padres y los autores medievales y renacentistas–, no es fácil hallar una síntesis tan perfecta de la espiritualidad de la cruz, como lo es «Carta a los Amigos de la Cruz» de San Luis María Grignion de Montfort. Aquí les dejamos un extracto de esta brillante obra que transmite la verdadera esencia del cristiano, fundamentada en la Cruz de Cristo.
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