La esclavitud del pecado
(Juan 8, 31-42) «En verdad, en verdad, os digo, todo el que comete pecado es esclavo [del pecado]. Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre»
(Juan 8, 31-42) «En verdad, en verdad, os digo, todo el que comete pecado es esclavo [del pecado]. Ahora bien, el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo queda para siempre»
(Lucas 11, 29-32) «Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás»
(Marcos 1, 12-15) «El tiempo se ha cumplido, y se ha acercado el reino de Dios. Arrepentíos y creed en el Evangelio»
(Lucas 5, 27-32) «No necesitan médico los santos, sino los enfermos. Yo no he venido para convidar al arrepentimiento a los justos sino a los pecadores»
(Lucas 9, 22-25) «Si alguno quiere venir en pos de Mí, renúnciese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame»
(Lucas 13, 1-9) «Mira, tres años hace que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo. ¡Córtala! ¿Por qué ha de inutilizar la tierra?»
(Lucas 11, 29-32) «Perversa generación es ésta; busca una señal, mas no le será dada señal, sino la de Jonás. Porque lo mismo que Jonás fué una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre será una señal para la generación esta»
(Lucas 7, 36-50) «Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama»
(Mateo 9, 9-13) «No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores»
(Mateo 18, 15-20) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti repréndelo entre ti y él solo; si te escucha, habrás ganado a tu hermano».
(Mateo 23, 8-12) «El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado»
(Mateo 18, 15-20) «pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos»
(Juan 20, 1-2. 11-18) «Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas? Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.»
(Mateo 11, 20-24) «¡Ay de ti Corazín! ¡Ay de ti Betsaida! porque si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los prodigios que han sido hechos en vosotras, desde hace mucho tiempo se habrían arrepentido en saco y en ceniza. Por eso os digo, que el día del juicio será más soportable para Tiro y Sidón que para vosotras»
(Juan 5, 33-36) «[…] las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre»
(Mateo 3, 1-12) Este es de quien habló el profeta Isaías cuando dijo: «Voz de uno que dama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas»
(Mateo 24, 37- 44) «Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor. Comprended bien esto, porque si supiera el amo de casa a qué hora de la noche el ladrón había de venir, velaría ciertamente y no dejaría horadar su casa».
(Lucas 17, 11-19) Entonces Jesús dijo: «¿No fueron limpiados los diez? ¿Y los nueve dónde están? ¿No hubo quien volviese a dar gloria a Dios sino este extranjero?» Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado»
A los 48 años de edad, GK Chesterton ingresó de forma oficial a la Iglesia Católica. Pero, ¿Cómo el escritor inglés tomó esa decisión? Dado su pensamiento y escritura durante muchos años, ¿por qué le tomó tanto tiempo dar este paso?
Mucho antes de que existieran parroquias y diócesis y el Vaticano y otras estructuras institucionales, existía este grupo de hombres y mujeres que estaban tan abrumados y llenos de energía por el hecho de la Resurrección que dieron la vuelta al mundo y a la muerte con el mensaje de Cristo. Pero, ¿Cómo predicaban estos hombres que cautivaban tanto a sus oyentes?
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