Las cosas del cielo y las cosas de la tierra
(Juan 3, 7-15) «Si cuando os digo las cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las cosas del cielo?. Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre»
(Juan 3, 7-15) «Si cuando os digo las cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las cosas del cielo?. Nadie ha subido al cielo, sino Aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre»
(Lucas 15, 1-3. 11-32) «[…] porque este hijo mío estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado»
(Lucas 15, 1-10) «Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente»
(Mateo 7, 6. 12-14) «Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y muchos son los que entran por él. Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran»
(Mateo 18, 15-20) En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti repréndelo entre ti y él solo; si te escucha, habrás ganado a tu hermano».
(Mateo 10, 26-33) «[…] A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos»
(Mateo 28, 16-20) «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo»
(Lucas 24, 46-53) «[…] Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto»
A lo largo de su pontificado, el Papa San Juan Pablo II, ha demostrado una profunda devoción a la Santísima Virgen María y al Santo Rosario. En su Exhortación apostólica «Rosarium Virginis Mariae» invitó a los fieles católicos a rezar con fe y devoción diariamente esta oración mariana, como medio para conocer los misterios de Cristo y redescubrir la ternura y el amor materno de María.
«Alegría, estudio y piedad: es el mejor programa para hacerte feliz y que más beneficiará tu alma» es el consejo que brota de los labios del Padre de la Juventud, Don Bosco, quien en sus numerosos escritos nos describe cómo debe ser el acompañamiento a los que atraviesan esta bella pero a la vez peligrosa edad.
¿Quiénes se salvan? ¿Es Dios quien condena? ¿Cuál es la utilidad de saber si son pocos o muchos los que se salvan? San Leonardo de Porto Maurizio, predicador franciscano de principios del siglo XVIII, nos explica este intrigante tema. Pese a que el texto fue escrito hace muchos años permanece tan actual que parece hecho para nuestros días.
Los padres de Santa Teresita son un testimonio clarísimo de familia cristiana según el Evangelio.
Nuestro Señor nos enseña que vamos a
rendir cuentas por cada palabra que decimos y que no dejaremos la prisión hasta que no hayamos pagado hasta el último céntimo (Mt 5, 26). ¿Es de asombrarse que algunas almas tengan que estar en el Purgatorio por tanto tiempo? Lo que se puede decir con seguridad es que, el tiempo que las almas pasan en el Purgatorio es, por regla general, mucho más larga que la gente puede imaginar.