¿Por qué la Palabra de Dios no da fruto en mí?
(Mateo 13, 1-9) «[…]Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga»
(Mateo 13, 1-9) «[…]Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga»
(Mateo 9, 18-26) Mas Jesús, volviéndose, la miro y dijo: «Confianza, hija, tu fe te ha sanado». Y quedó sana desde aquella hora.
(Mateo 11, 25-30) «Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón»
(Mateo 10, 37-42) «Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa»
(Mateo 10, 26-33) «[…] A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos»
(Mateo 6, 24-34) «Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. Nos os preocupéis, entonces, del mañana. El mañana se preocupará de sí mismo. A cada día le basta su propia pena»
(Mateo 9, 35—10, 8) «La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos»
(Mateo 11, 25-30) «[…] Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera»
(Mateo 5, 20-26) «Os digo, pues, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos»
(Mateo 5, 17-19) «No vayáis a pensar que he venido a abolir la Ley y los Profetas. Yo no he venido para abolir, sino para dar cumplimiento. En verdad os digo, hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota, ni un ápice de la Ley pasará, sin que todo se haya cumplido»
(Mateo 5, 13-16) «Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor?».
(Lucas 10, 1-9) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id: os envío como corderos entre lobos […]»
(Juan 6, 51-58) «[…] Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre»
(Marcos 12, 38-44) «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles […] Estos recibirán un castigo muy riguroso».
(Marcos 12, 35-37) «El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga Yo a tus enemigos por tarima de tus pies»
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Marcos 12, 18-27) «¿No erráis, acaso, por no conocer las Escrituras ni el poder de Dios? Porque, cuando resuciten de entre los muertos, no se casarán (los hombres), ni se darán en matrimonio (las mujeres), sino que serán como ángeles en el cielo»
(Mateo 28, 16-20) «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo»
(Juan 14, 15-21) «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él»
(Juan 14 , 1-12) «No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones.[…]»