San Calixto, Papa y Mártir
(Mateo 10, 28-33) «A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial […]»
(Mateo 10, 28-33) «A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial […]»
(Lucas 11, 15-26) «Mas si por el dedo de Dios echo Yo los demonios, es que ya llegó a vosotros el reino de Dios»
(Lucas 11, 5-13) «Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial les dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?»
(Lucas 11, 27-28) «¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!»
(Lucas 11, 1-4) Les dijo: “Cuando oráis, decid: Padre, que sea santificado tu nombre; que llegue tu reino. Danos cada día nuestro pan supersubstancial”
(Lucas 10, 25-37) «Has contestado bien; si haces eso, vivirás»
(Mateo 21, 33-43) «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos».
(Lucas 10, 17-24) «¡Felices los ojos que ven lo que vosotros veis! Os aseguro: muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron»
(Lucas 1, 26-38) «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho»
(Lucas 10, 13-16) «Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha; y quien a vosotros rechaza, a Mí me rechaza; ahora bien, quien me rechaza a Mí, rechaza a Aquel que me envió»
(Lucas 9, 57-62) «Deja a los muertos enterrar a sus muertos; tú, ve a anunciar el reino de Dios»
(Lucas 10, 1-12) «La mies es grande, y los obreros son pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies[…]»
(Lucas 9, 57-62) Otro más le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme primero decir adiós a los de mi casa». Jesús le dijo: «Ninguno que pone mano al arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios»
(Mateo 11, 25-30) «Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruir por Mí, porque manso soy y humilde en el corazón; y encontrareis reposo para vuestras vidas»
(Lucas 9, 51-56) «Señor, ¿quieres que mandemos que el fuego caiga del cielo, y los consuma?»
(Lucas 10, 17-24) «Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron»
(Mateo 18, 1-5. 10) «Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo»
(Lucas 9, 46-50) «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande»
(Mateo 21, 28-32) «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis»
(Lucas 9, 18-22) Un día que estaba orando a solas, hallándose con Él sus discípulos, les hizo esta pregunta: “¿Quién dicen las gentes que soy Yo?”
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