Santa Inés, Virgen y Mártir
(Mateo 13, 44-46) «El reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Mateo 13, 44-46) «El reino de los cielos es semejante a un mercader en busca de perlas finas. Habiendo encontrado una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró»
(Mateo 23, 8-12) «Ten ánimo, porque así como has dado testimonio de Mí en Jerusalén, así has de dar testimonio también en Roma»
(Lucas 14, 25-33) «Todo aquel que no lleva su propia cruz y no anda en pos de Mí, no puede ser discípulo mío»
(Lucas 1, 26-38) «No temas, María, porque has hallado gracia cerca de Dios. He aquí que vas a concebir en tu seno, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús»
(Juan 10, 11-16) «Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen, –así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre– y pongo mi vida por mis ovejas»
(Marcos 16, 15-20) «Id por el mundo entero, predicad el Evangelio a toda la creación. Quien creyere y fuere bautizado, será salvo; mas, quien no creyere, será condenado»
(Mateo 4, 18-22) «Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron»
Las Misas Gregorianas, una tradición nacida de San Gregorio Magno, consisten en 30 Misas consecutivas ofrecidas por un difunto para su liberación del Purgatorio. Basadas en el poder redentor del sacrificio eucarístico, son una devoción profundamente arraigada en la piedad católica, recordándonos nuestro deber de orar por las almas y la esperanza en la vida eterna.
(Mateo 12, 46-50) «Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»
San Alberto, llamado «Magno», Obispo y Doctor de la Iglesia, enseñó de palabra y en sus escritos las disciplinas filosóficas y divinas, y fue maestro de santo Tomás de Aquino, uniendo la sabiduría de los santos con la ciencias humanas y naturales.
El tema del suicidio en la teología católica es delicado y ha sido abordado a lo largo de los siglos, especialmente en la enseñanza moral de santos y teólogos como Santo Tomás de Aquino. Es un tema de preocupación sobre todo para aquellos que han sufrido del suicidio de amigos y parientes.
(Juan 17, 1b. 20-26) «Que todos sean uno: como Tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste»
(Mateo 25, 31-46) «Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria»
(Juan 10, 11-16) «El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas»
(Lucas 6, 12-19) «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles»
(Juan 12, 24-26) «[…] Si alguno me quiere servir, sígame, y allí donde Yo estaré, mi servidor estará también; si alguno me sirve, el Padre lo honrará»
(Mateo 11, 25-30) «Tomad sobre vosotros el yugo mío, y dejaos instruir por Mí, porque manso soy y humilde en el corazón; y encontrareis reposo para vuestras vidas»
(Juan 15, 1-8) «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Quien permanece en Mí, y Yo en él, lleva mucho fruto, porque separados de Mí no podéis hacer nada»
(Mateo 10, 28-33) «A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial […]»