[Homilía Diaria] No hagáis frente al que os agravia
(Mateo 5, 38-42) «Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda»
(Mateo 5, 38-42) «Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda»
(Mateo 9, 36-38; 10-1-8) «El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad fuera demonios».
La reparación surge como el movimiento natural de la consagración al Sagrado Corazón; y además constituye el principio vital que la anima y la consuma. Si la consagración es como el abrazo a Cristo, la reparación es el corazón con el que se abraza.
(Mateo 5, 20-26) «No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribuna».
(Mateo 5, 17-19) «Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley».
(Juan 6, 51-58) «Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes».
(Mateo 5, 1-12 ) «Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos».
(Juan 3, 16-18) «Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único»
(Marcos 12, 35-37) «La multitud que lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado».
(Juan 3, 16-18) «El que cree en él no será condenado».
Santa Juana de Arco, la heroína mártir que salvó a Francia, nunca ha sido un ícono feminista. Cada 30 de mayo la Iglesia recuerda su fiesta.
(Juan 17, 11-19) «Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo».
La consagración significa una especial ofrenda, oblación, entrega, donación y dedicación a Dios. El cristiano debe valerse de las consagraciones para estar más unido a Dios y aprovechar las gracias que ellas proporcionan.
(Mateo 28; 16-20) «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra».
(Juan 16,29-33) «En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo».
(Juan 16, 23-28) «Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá».
(Juan 16, 20-23) «Ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón».
Dos cruces se yerguen en varias iglesias circundadas por la topografía accidentada de las serranías gaúchas, como testimonios elocuentes de una auténtica catolicidad. Dos figuras que alcanzaron la palma del martirio, y tras de sí una florecida devoción.
(Juan 16, 12-15) «Todo lo que tiene el padre, también es mío; por eso les he dicho que todo lo que el Espíritu les dé a conocer».