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Homilía Diaria

Fiesta de la Cátedra de San Pedro

(Mateo 16, 13-19) «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella […]»

Homilía Diaria

La obediencia da fuerzas

(Lucas 5, 1-11) «Maestro, toda la noche estuvimos bregando y no pescamos nada, pero, sobre tu palabra, echaré las redes»

«Sobre esta roca edificaré mi Iglesia»
Homilía Diaria

«Sobre esta roca edificaré mi Iglesia»

(Mateo 16, 13-20) «Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificare mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos».

Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo
Lectio Divina

«Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?»

(Mateo 16, 13-20) «Respondiole Simón Pedro y dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”. Entonces Jesús le dijo: “Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial».

CONTENIDO EXCLUSIVO PARA MIEMBROS.

«Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»
Lectio Divina

«Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»

(Mateo 14, 22-33) «Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: “¡Señor, sálvame!”. Al punto Jesús tendió la mano, y lo tomó con fuerza diciéndole: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”

CONTENIDO EXCLUSIVO PARA MIEMBROS.

Homilía Diaria

Cómo caminar sobre las aguas

(Mateo 14, 22-36) Y Pedro saliendo de la barca, y andando sobre las aguas, caminó hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó, y como comenzase a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús tendió la mano, y asió de él diciéndole: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?»

Homilía Diaria

El Espíritu Santo es ayuda para amar a Dios

(Juan 21, 15-19) «En verdad, en verdad, te digo, cuando eras más joven, te ponías a ti mismo el ceñidor, e ibas adonde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otro te pondrá el ceñidor, y te llevará adonde no quieres»

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