¡No robes la gloria de Dios!
(Mateo 21, 33-46) «… El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo»
(Mateo 21, 33-46) «… El reino de Dios os será quitado, y dado a gente que rinda sus frutos. Y quien cayere sobre esta piedra, se hará pedazos; y a aquel sobre quien ella cayere, lo hará polvo»
(Marcos 10, 13-16) «Dejen que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios. En verdad os digo que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él»
(Marcos 4, 1-20) «A vosotros es dado el misterio del reino de Dios; en cuanto a los de afuera, todo les llega en parábolas, para que mirando no vean, oyendo no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone»
(Lucas 13, 22-30) Díjole uno: «Señor, ¿los que se salvan serán pocos?» Respondióles: «Pelead para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os lo declaro, tratarán de entrar y no podrán […]».
(Lucas 13, 18-21) «¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué podré compararlo?. Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y fue a sembrar en su huerta»
(Lucas 6, 20-26) «Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo»
(Mateo 25, 14-30) «Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho allí donde no sembré y recojo allí donde nada eché. Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y a mi regreso yo lo habría recobrado con sus réditos. (…) Porque a todo aquel que tiene, se le dará, y tendrá sobreabundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado».
(Lucas 14, 1a. 15-24) «Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete»
(Mateo 21, 33-46) «Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los viñadores para recibir los frutos suyos. Pero los viñadores agarraron a los siervos, apalearon a éste, mataron a aquél, lapidaron a otro. Entonces envió otros siervos en mayor número que los primeros; y los trataron de la misma manera».
(Marcos 12, 28-34) «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, un solo Señor es. Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza»
(Lucas 13, 18-21) «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas»